Carta abierta a Luis Arias Pallares

Estimado Luis:

Te escribo esta carta porque no puedo quedarme cruzado de brazos ante tu actuar al frente del cargo público que representas, aunque sé que muy probablemente, después de escribir esta carta, no quieras volverme a dirigir la palabra (lo sé porque conozco tu orgullo y tu carácter). Pero lo hago más allá de todo, porque ante todo te considero mi amigo, más allá de todas las cuestiones políticas y personales que vivimos durante mucho tiempo en el PRD. Y es por esa amistad e invocando a la verdad por lo que me he animado a escribirte pese a todo. Sin embargo, no hago otra cosa más que, con base en tus actos, decir lo que siento y pienso con respecto a muchas cosas (aunque sé, de antemano, que puede doler y disgustarte).

Te he observado este año y un mes que has sido diputado. Más que alegrarme, me apena tu actuar. Porque has traicionado al Pueblo, has traicionado tu memoria y por lo que en algún momento luchaste, y sobre todo, porque te has traicionado a tí.

Hay muchas cosas que quizá jamás tengan respuesta, pero no por eso no debo preguntarlas. Una de las cosas que me da vueltas en la cabeza es ¿Qué estabas pensando cuando aprobaste las leyes secundarias de la Reforma Educativa? O sea, esperaría esa actitud de parte de Beltrones, de Luis Alberto Villarreal, de Arturo Escobar, o de algún diputado criado entre algodones, hijo de burgueses y beneficiarios del sistema que nos oprime ¿Pero de tí? Luis, no me vas a salir con que siempre viviste bien, porque no es así. Vivías en Iztapalapa, en una zona bastante modesta. Lo sé porque me abriste las puertas de tu casa (un departamento de tus padres), lo cual, por cierto, agradezco infinitamente.

Y te lo pregunto porque esas leyes secundarias de la Reforma Educativa (reforma que cuando fue votada, por cierto, estuviste ausente) privatizaron la educación pública de facto, tal cual lo hizo Pinochet en Chile hace 20 años. Ahora, el que tenga para pagar podrá educarse, y quien no, simplemente será obrero, inmigrante o miembro de la delincuencia organizada.

Luis, fuiste a escuelas públicas (al igual que yo), y luchamos juntos contra la privatización de la UNAM en la huelga del 99-2000. ¿Acaso para tí era solamente un trampolín político esa huelga? Para mí no lo era, y siempre creí en esa causa. Y por mucho tiempo, tú también. Recuerdo que presumías mucho haber participado en esa huelga, y que habíamos logrado detener el embate privatizador de Zedillo y Barnés de Castro. Incluso, siempre cuestionaste que Juan Ramón jamás hizo el tan prometido Congreso Universitario. Un año después, metimos al sub-Marcos a la UNAM. ¿También era un trampolín, una foto, el momento protagónico?

No puedo concebir que alguien como tú, que viene de abajo, que comenzó igual que muchos de nosotros (volanteando, haciendo activismo, peleando en el debate y en las escuelas) ahora se haya convertido en eso contra lo que luchabas. Traicionaste a tus maestros y tu formación en la educación pública cuando aprobaste las reformas secundarias de la reforma educativa. Traicionaste parte de lo que eres como persona y como ser humano.

¿Y qué decir de lo que hiciste con la Reforma Hacendaria? Gravaste el ISR con el 32% y el alimento para mascotas, aprobaste la desaparición del IETU (un impuesto para empresarios), homogeneisaste el IVA de la frontera con el del resto del paìs (que impactará en los comerciantes de la frontera, y beneficiará a los gringos, que tanto repudiabas). ¿Que te pasaba por la cabeza? ¿Acaso no recuerdas que tu familia, tu papá (qepd), tu mamá, tus hermanos eran (o son) gente de la clase trabajadora? ¿No pensaste en ellos cuando decidiste aprobar la Reforma Hacendaria de EPN?

¿Y ahora qué debo esperar de tí? ¿Que apruebes también la Reforma Energética, y (al igual que los diputados del PRI, PAN, PVEM y PANAL) nos des el tiro de gracia como país y como Nación libre e independiente?

Siempre admiraste al Ché y a Fidel. ¿Crees que lo que haces se apega a los ideales de ellos y por lo que lucharon toda su vida? ¿De verdad la playera del Ché la portabas por convicción, o como un mero producto de márketing (muy utilizado de esa forma, por cierto, por estas épocas)? ¿Realmente escuchaste a Silvio por su mensaje, porque estaba buena la tonada, o por no quedarte atrás en la onda universitaria y de sentirte intelectual sólo por escucharlo?

¿Pero sabes qué? Te juzgo, pero no te culpo. No puedo pedirle peras al olmo, ni mucho menos que te pongas del lado del Pueblo cuando no es por él por el que llegaste a tu escaño legislativo. Ambos sabemos que llegaste por la vía plurinominal, y que la diputación no era para tí. Que llegaste a base de favores y prevendas políticas, por pertenecer a una corriente al interior del PRD, y no por el sufragio universal, libre, directo y secreto.

Siempre respeté tu anti-obradorismo, pero jamás pensé que te fueras a poner del lado del opresor, cuando tú estás (se supone) del lado de nosotros. No sé cómo puedes decirte “de Izquierda” cuando te has opuesto al Pueblo y no lo representas. Cuando no has defendido en la Cámara lo que te corresponde. Cuando por seguir una línea te has puesto de tapete de aquellos que buscan destruirnos como Nación. Sólo recuerda que tu cargo dura sólo tres años, pero tu nombre en la Historia estará siempre, ya sea ensalsándote o repudiándote.

Le escribí esta carta a mi amigo, y aunque sé que no cambiará en nada tu actuar (aunque de verdad espero que si lo reflexiones y hagas algo distinto, votando por consciencia y no por consigna), al menos tenía que expresar lo que pienso y siento. Y también la escribí porque, de no hacerlo, plasmarlo y hacértelo de tu conocimiento, me haría cómplice por omisión.

Y aunque no comparto lo que haces, de verdad te deseo mucha suerte en tus proyectos políticos, y que de verdad en 20 o 30 años no lamentes lo que estás haciendo por tu país, cuando ya sea demasiado tarde.

Te agradezco mucho tu atención a la presente, y te envío un cordial, afectuoso y combativo saludo, a tu trinchera, y desde la mía.

Atentamente, tu amigo:

Héctor G. Legorreta

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