El mal menor

Hola.

Una de las grandes crisis que ha tenido el Estado Mexicano, que incluso lo ha cuestionado en términos estructurales, es la expansión y gran poderío que ha alcanzado el narcotráfico en el país.

Según un análisis de Stratfor realizado en 2013, en México existen 6 carteles: Cártel de Jalisco Nueva Generación, remanentes de la organización de los Beltrán Leyva, Los Zetas, el Cártel de Sinaloa, el Cártel del Golfo y los Caballeros Templarios.

Pero sin duda, los más fuertes, poderosos e importantes por su expansión y dominio son el Cártel de Sinaloa (que domina los estados de Baja California, Baja California Sur, Sonora, Chihuahua, Sinaloa, Durango y Nayarit, así como algunas regiones de Jalisco, Aguascalientes y Zacatecas) y los Zetas (cuyo dominio abarca los estados de Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Tabasco, Veracruz, Nuevo León, Coahuila y San Luis Potosí, así como algunas regiones de Zacatecas, Hidalgo, Puebla, Oaxaca, Chiapas y Tamaulipas, este último disputado con el Cártel del Golfo).

Esta expansión y poderío de los Cárteles del Narcotráfico, que incluso en algunos lugares ha sustituído las funciones del Estado, ha ocasionado que en distintos puntos del país, y derivado de las constantes extorsiones, secuestros, violaciones y asesinatos que han existido en varias regiones se hayan creado los grupos de autodefensa, que no es otra cosa que pobladores armados que, sintiendo la ingobernabilidad como pan de todos los días, decidieron tomar la justicia en sus manos.

Así, el ejemplo más tangible de esto es Michoacán, un estado con un gobierno fallido, y donde el Cártel de los Caballeros Templarios asumió el control territorial y administrativo de muchas regiones (si no es que todo) el Estado. Así, de la mano del Profesor José Manuel Mireles comenzó la conformación de las autodefensas, que buscaban contrarrestar el dominio del narcotráfico que, de facto, había impactado en la vida cotidiana.

Sin embargo, con las autodefensas empezó un fenómeno interesante al quedar un vacío absoluto del poder, pues si bien el narcotráfico comenzaba a ser erradicado de estos lugares, lo cierto es que las autoridades no retomaban su papel de administrador de la justicia y los bienes públicos, en algunos casos por temor, y en otros porque las autodefensas desconocían a las autoridades anteriores (ya sea por corruptas, por su colusión con el narcotráfico, o bien porque eran vistas como ineficientes).

Así, el Estado comenzó a ver como un problema a las autodefensas, pues si bien estaban combatiendo al narcotráfico, también generaban ingobernabilidad, al estar fuera del dominio gubernamental y, por tanto, de su ámbito de influencia. Sin embargo, el problema de las autodefensas no se reduce a un problema de ingobernabilidad, sino de hombres civiles armados que hacen actos de autoridad y justicia, algo peligroso para la sobrevivencia del mismo Estado Mexicano, pues las mismas armas que son utilizadas contra el narco podrían ser utilizadas contra el Estado.

Así, el riesgo de expansión de autodefensas por todo el territorio mexicano era latente, y por ende, problema de seguridad nacional, pues si bien es cierto que las autodefensas surgieron con un mecanismo para contrarrestar al narcotráfico, lo cierto es que también estas mismas autodefensas podrían ser utilizadas para contrarrestar al mismo Estado Mexicano y sus políticas antipopulares.

Así, y antes de que estas autodefensas se salieran de control, el Estado decidió entrar a Michoacán con el ejército, y ayudar a las autodefensas en contra del narcotráfico. Pero más que luchar contra el narco, el objetivo era desarmar hombres y poblaciones.

Así, para ganar la confianza de estos hombres armados, cumplieron una de las principales demandas de las autodefensas michoacanas para lograr su desarme: la captura de Enrique Plancarte, lider de los Caballeros Templarios.

Sin embargo, previniendo, el Estado Mexicano fue más allá: con la colaboración pactada con Barack Obama, localizaron y capturaron al enemigo número 1 de la sociedad mexicana: Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Es decir, de un golpe desarmó a las futuras autodefensas por organizarse, y el gobierno de Peña Nieto, más que buscar un impacto mediático (que por supuesto alcanzó) lo que buscaba era su autoprotección como Estado y como gobierno, pues de otra forma, las autodefensas se hubieran expandido a nivel nacional, algo que hubiera llegado a reformular la utilidad y viabilidad del actual Estado Mexicano. Es decir, fue una mera cuestión de sobrevivencia.

Así, y contrario a los conspirólogos que dudan sobre la autenticidad de la identidad del Chapo, considero que la captura si fue real y si se trata del personaje presentado, pues esto representa un mal menor para el Estado Mexicano, realizada para salvaguardar el status quo y la viabilidad del Estado fallido Mexicano encabezado por Enrique Peña Nieto, quien de otra forma no podría garantizar el funcionamiento de sus reformas estructurales dirigidas a salvaguardar el interés privado. Así, se garantiza que no haya más autodefensas a nivel nacional y, por otra, permanece intacta la estructura de producción, distribución y comercialización de droga a nivel nacional e internacional.

Cabe señalar, además, que con la captura del Chapo, los inversionistas extranjeros que ya se frotan las manos van a tener la confianza de realizar su saqueo con la tranquilidad de que un grupo delictivo no los extorsione para trabajar.

Es decir, el Pueblo sólo cambió de verdugo. La diferencia es que los narcos llegan con AK-47 y amenazando con malas palabras y cínicamente, y los empresarios trasnacionales lo hacen de pipa y guante, con modales refinados y discrecionalidad, pero con la misma voracidad que los anteriores.

Saludos. Dejen comentarios.

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