El campo de batalla

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Hola.

En estos días, en América Latina estamos viviendo un fenómeno sumamente peculiar, pero de una gran trascendencia hacia el futuro. Estamos siendo testigos de cómo se están disputando, en elecciones, en los Congresos, en medios de comunicación, en las calles, dos proyectos completamente distintos y contrapuestos.

Por una parte, la visión de siempre, caracterizada por el intervencionismo estadounidense, que se ha manifestado implícitamente a lo largo de décadas a través de las políticas neoliberales en nuestros países, y por la otra, los proyectos nacionales de autodeterminación y autogestión que el Pueblo ha impulsado a través de los gobiernos progresistas a lo largo del continente.

Al día de hoy, existen varios frentes abiertos, en distintos países, donde se está presentando esta dinámica.

Si bien es cierto que en Ecuador llegó una calma relativa tras la derogación del decreto 883, la persecusión judicial de la que está siendo objeto el ex-Presidente Rafael Correa puede generar reactivar el movimiento latente en contra del Presidente Lenin Moreno.

En Chile, los ánimos no se han tranquilizado y por el contrario, a pesar de que el Presidente Sebastián Piñera pidió la renuncia de su gabinete, la gente no ha dejado de salir a las calles exigiendo su renuncia. Las manifestaciones y los enfrentamientos son cotidianos, y no se le ve otra salida a la crisis que no sea la renuncia del pinochetista y neoliberal Piñera.

En Brasil, un juez determinó la liberación de los presos políticos, y Lula Da Silva quedó libre, tras el injusto encierro que tuvo debido a la persecusión política que llevó a cabo el ex-Presidente Michel Temer en contra de todo el Partido de los Trabajadores (PT), donde miles de personas acudieron para recibirlo en libertad. En ese entendido, la liberación de Lula ha encendido una luz al final del túnel, contra el fascismo del ultraderechista Jair Bolsonaro, que no ha tenido contemplaciones en limitar derechos, profundizar el neoliberalismo y acabar con el Amazonas.

En Bolivia, los aires golpistas se asomaron desde el 20 de octubre, fecha en la que se llevó a cabo la elección presidencial en dicho país, debido a que la oposición no aceptó los resultados (tampoco aceptó la auditoría de la OEA, órgano servil a USA, cabe señalar), y ha iniciado un golpe de Estado en contra de Evo Morales, Presidente electo en dicho país, con el apoyo de los sectores más reaccionarios, y de los separatistas que estuvieron pasivos durante mucho tiempo.

En Argentina, el triunfo de Alberto Fernández el 27 de octubre frente al fracaso del gobierno neoliberal de Macri, de la mano de la ex-Presidente Cristina Fernández (ahora vicepresidente), hablan precisamente de un nuevo giro en la región hacia la Izquierda.

¿Qué tienen en común estos procesos?

  1. Un gran respaldo popular a los candidatos y/o gobiernos de Izquierda;
  2. Una insurrección popular en contra de los gobiernos neoliberales;
  3. Una peculiar línea editorial uniforme por parte de los corporativos mediáticos, dependiendo el caso:
    1. En el caso de los gobiernos derechistas, un apoyo irrestricto a dichos gobiernos, así como satanización de los movimientos sociales existentes en las calles y/o de las candidaturas progresistas;
    2. En el caso de los gobiernos de Izquierda, un bombardeo constante en contra del Gobierno, posicionando el discurso hegemónico.
  4. Apoyo irrestricto de las oligarquías locales a los gobiernos de derecha, y a las acciones contra gobiernos de Izquierda.

En México, en las últimas semanas se ha incrementado notablemente la ofensiva mediática en contra del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. No es la única vía.

Operaciones tácticas de dudoso origen, como el operativo en Culiacán, o el asesinato de miembros de la familia Le Barón, bien podrían ser clasificadas como acciones de guerrilla asimétrica con el fin de desestabilizar al gobierno de López Obrador, debido a las características que han tenido, además de que hubo eventos previos donde hubo presencia de funcionarios estadounidenses, pese a las posteriores negativas y desmentidos.

De cualquier forma, el último evento reveló la amenaza de invasión a nuestro país por parte del ejército de Estados Unidos, y ha estado latente desde la semana pasada, la cual ha sido matizada diplomáticamente por el Presidente Donald Trump, pero finalmente lo ha dejado claro.

Adicionalmente, la infiltración de sectores opuestos al gobierno en diferentes estructuras, o bien, la coacción de algunos dirigentes por parte de los poderes fácticos que buscan mantener el status quo, ha sido constante en las últimas semanas. De forma cada vez más descarada, se busca desacreditar al actual gobierno y la aplicación de sus políticas públicas bajo la máscara de “defender al proyecto” e “impedir que se siga haciendo lo mismo de siempre”. Nada más falso que eso.

A base de mentiras, manipulación, y con el apoyo mediático que les pueden dar los poderes fácticos, lobos con piel de oveja buscan meter al descrédito público y al escarnio popular a servidores públicos que están realizando su labor y sus tareas en el ejercicio público de forma distinta a lo que los intereses de siempre quieren, que están realizando un cambio en la forma de hacer política, que están llevando a cabo la transformación que prometió nuestro Presidente.

Estos lobos con piel de oveja son los más peligrosos, pues en realidad engañan con banderas falsas a sus seguidores, trabajan para fines no muy claros (o más bien dicho, bastante claros), y realizan sus actos con dos fines: el protagonismo banal e inmediato, y el buscar el poder por el poder para que, ellos si, sigan reproduciendo los mismos vicios de la política de siempre.

Sin embargo, sirven a los intereses que buscan impedir la consolidación de la Cuarta Transformación, y lo que ello representa. Sirven a los intereses de la derecha, de la oligarquía, de la embestida mediática, de los poderes fácticos, de la dominación imperial, de los intereses que buscan la desestabilización del actual Gobierno de México. Son arietes voluntarios o involuntarios de tales fines.

Hoy, América Latina es un campo de batalla. Pero al final, solo existe un juicio: el de la Historia. Y a todos la Historia nos juzgará, o nos absolverá. Cada cosa cae por su propio peso, y el tiempo pone todas las cosas en su lugar. Y estoy seguro que, pase lo que pase, estamos del lado correcto de la Historia.

Saludos. Dejen comentarios.

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