Hablando en términos de marketing o muy capitalistas, recordemos que el mercado de El Vaticano y de la Iglesia Católica (al igual que el de todas las religiones) es el negocio de la fe, de la salvación eterna, y de la vida después de la muerte. En éste sentido, Juan Pablo II es una imagen que vende, es una marca que puede redituar muy buenos ingresos, materiales, espirituales y, por supuesto, de fe.
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El regreso de la (no tan Santa) Inquisición
Éste post no es apto para católicos fanáticos. Los que se den golpes de pecho todos los domingos, mejor dejen de leer aquí. Voy a crear ámpula, así que luego no quiero mentadas de madre. He dicho.