La reconquista española, o el Bicentenario fallido

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Hola.

Estuve preparando ésta entrada. Originalmente, iba a titularle “¡Pinche Bicentenario!”, pero iba a haber más de unoque se iba a ofender. Por eso opté por ponerle un título moderado, sin dejar de pensar que éste Bicentenario es pinche.

¿Y porqué pinche Bicentenario? Porque no existe absolutamente nada qué celebrar. Muertos, desapariciones, decapitados, violencia, balaceras, inseguridad, un cúmulo de cosas que a mí, en lo particular, me entristecen. Sin embargo, ha sido montada toda una campaña mercadológica para distraer ésto. Y en esa campaña mercadológica, se ha mercantilizado a la Patria. Ya no se conmemora la búsqueda de un ideal, ya no se reflexiona sobre el papel que México ha tenido en los últimos dos sigloshacia dentro y hacia afuera.

El mercado ahora domina nuestros festejos: el partido del Bicentenario, la Miss Universo del Bicentenario, la telenovela del Bicentenario, el Shalalalala de la canción horrenda del Bicentenario, la ridiculización de los Héroes de la Patria en una película tipo Disney del Bicentenario, la parafernalia tipo show del Bicentenario, souvenires, tonos de celular, y un sinfín de cosas más que podría enumerar, y que no terminaría. Ahora, la Patria es un producto sujeto a la Ley de la Oferta y la Demanda: todo mundo puede comprar y vender algo de Patria, cuando ésta es intangible, intransferible, inmutable…

Y también muestra, por otra parte, la ineficacia del gobierno espurio: nu hubo ni un sólo monumento, uno sólo, terminado. Y lo que se hizo es como para dar pena. Porfirio Díaz, con todo lo que le podemos condenar, achacar y juzgar, pero tuvo dos monumentos magistrales el día del Centenario: el Ángel de la Independencia, y el Reloj Monumental de Pachuca. Pero un siglo después, nada que demuestre la grandeza de nuestro pueblo, y nada terminado de lo mediocremente hecho: el Viaducto Bicentenario todavía tiene grúas encima, la línea 12 del Metro (la línea del Bicentenario) sin concluir, la torre del Bicentenario, sin concluir… Todo ha sido un reverendo fracaso.

 Estamos ante los festejos de un Bicentenario fallido del estado espurio fallido mexicano. Sin embargo, existe una gran carga de hipocresía con respecto a ésta conmemoración, pues por una parte se festeja con cuestiones superfluas y superficiales, y por la otra se continúa entregando el país a la gente de la oligarquía y a las naciones extranjeras.

Y curiosa y contradictoriamente, existe una oscura tendencia a entregar el país, precisamente, a aquellos de quienes nos “independizamos” el 27 de septiembre de 1821: los españoles (o bueno, por lo menos eso dice el Acta de Independencia). En éste sentido, actualmente se está dando una reconquista matizada y amañada (aquí, cabe destacar que no ha sido el único intento registrado en la Historia de nuestro país), y daremos las razones y motivos que nos hacen pensar ésto.

Los primeros indicios que tuvo España de México se remontan hacia 1517, cuando Francisco Hernández de Córdoba bordeó la costa del Golfo de México. Un año después, Juan de Grijalva exploró las costas mexicanas, desembarcó en el Río Grijalva (por eso lleva su nombre) y exploró hasta el Río Alvarado. Tras regresar a Cuba y contar su experiencia, el Gobernador de Cuba, Diego Velázquez, le encomendó la tarea de explorar dichas tierras a Hernán Cortés.

Así, Cortés se dirigió a las tierras mexicanas, donde fundó el primer Ayuntamiento de América latina, la Villa Rica de la Vera Cruz. Ahí comenzó, en realidad, la conquista de México. Mediante un plan donde combinaba la conversión al Catolicismo y la muerte, Cortés se fue haciendo de conquistas y aliados, éstos últimos impusados: por el miedo, o por el odio hacia la nación dominante, Mexihco-Tenochtitlan (como Tlaxcala).

Cortés llega finalmente a Tenochtitlan y, mediante la confusión generada por la porfecía del regreso de Quetzalcóatl, logra ocupar sin problemas un lugar privilegiado en las decisiones junto al Tlatoani, Moctezuma Xocoyotzin. Sin embargo, una tontería por parte de Pedro de Alvarado, al ejecutar la matanza del templo de Axayacatl, produjo que la gente de Tenochtitlan (ya inconforme de por sí) se volcara en contra de los españoles. Cortés amagó secuestrando al Tlatoani, y al no dispersar a la multitud, asesinó a Moctezuma atravesándole una espada desde los testículos hacia arriba. Una muerte cruenta y dolorosa. Así, la gente de Tenochtitlan, lidereados por Cuitláhuac, persiguió y capturó a varios soldados y caballos españoles (y mató a otro tanto), a los cuales sacrificaron y formaron parte de su colección en el Xompantli del Templo Mayor.

Cortés huye hacia el norte, en dirección a Cuauhtitlan, bordea la Sierra de Guadalupe, y llega nuevamente a Tlaxcala, donde se recompone, y desde donde planea y dirige el asalto a Méxihco-Tenochtitlan, la cual cae tras 3 meses de asedio (y donde matan, literalmente, de hambre y sed a la Ciudad) el 13 de agosto de 1521.

Ese momento histórico es precisamente el comienzo de una larga maldición sobre los mexicanos. Primero, soportando 300 años de dominación y sometimiento español, el cual no sólo le limitó a lo político, administrativo y territorial, sino que además tomó matices culturales como la imposición de una religión extraña y ajena, el intento de desaparecer la mexicaneidad y todas las cuestiones que colleva: culinaria, tradiciones, fiestas, etc. Sublevaciones hubo muchas y muy diversas. Indígenas asesinados, también. Más del 90% de la población originaria fue exterminada por los españoles.

Sin embargo, encontraron una forma que fue muy efectiva para dominar a los pobladores mexicanos: mimetizaron una diosa indígena (la diosa Tonantzin) con una virgen católica, y crearon el mito de la Virgen de Guadalupe. Sin embargo, éste mismo símbolo fue utilizado por Miguel Hidalgo contra sus creadores, los españoles, para aglutinar a la gente en torno a su causa (la cual no era hacer de México un país independiente, sino la restauración del trono a Fernando VII, usurpado por Pepe Botella, el hermano de Napoleón, quien tomó el poder en España tras la invasión napoleónica en 1808).

La lucha de Independencia fue cruenta. Y realmente adopta el matiz independentista hasta el movimiento de Morelos, con su declaración en los Sentimientos de la Nación. Y más allá de las luchas que se dieron, aquí es donde realmente comienzan las dos visiones de Nación que subsisten hasta la actualidad: la independencia en todos los sentidos, y la sumisión en todos los sentidos. A éso se reducen ésas dos visiones.

Guerrero e Iturbide, efectivamente pactaron para que el Virrey firmara el acta de independencia, pero en la realidad el Virrey, su séquito y su corte mantuvieron sus mismos privilegios, y fueron quienes impulsaron a Agustín de Iturbide como I Emperador de México, brincándose el acuerdo de que el Congreso discutiera, en primera instancia, si seríamos una república o una monarquía, y en segunda instancia, si fuera república, centralista o federalista.

Obviamente, los insurgentes (con quienes Guerrero simpatizaba) querían una república, mientras que los realistas querían una monarquía. Sin embargo, éstos se dividieron en dos facciones: los iturbidistas (quienes apoyaban para que Iturbide fuera monarca) y los borbonistas, que proponían traer un rey extranjero, en particular Borbón. Ganaron los insurgentes el debate, y entonces los realistas apoyaban que fuera una república centralista, es decir, que hubiera un gobierno central, y regiones administrativas nombrados por el titular del ejecutivo, mientras que los insurgentes querían una república federalista, es decir, soberanías para los estados. Los Insurgentes, de nueva cuenta, ganaron el debate.

Sin embargo, el grupo realista, que después se unirían al Partido Conservador, siempre fueron y han sido entreguistas. Piensan que los mexicanos somos imbéciles, y por tanto hay que traer recetas del extranjero. Éstos son los tatarabuelos de los panistas, que siguen con su misma doctrina.

Los Conservadores fueron quienes propusieron que tantas veces regresara al poder Antonio López de Santa Anna; fueron quienes combatieron junto a la Iglesia Católica contra la Ley Lerdo en la Guerra de Reforma; fueron quienes trajeron a Maximiliano de Habsburgo, y balcanizaron al país; fueron quienes se aliaron a Porfirio Díaz y mantuvieron éste país en la opresión, el hambre y la miseria, mientras unos cuantos se beneficiaban de sus políticas (las empresas extranjeras de petróleo, minas y trenes, los hacendados-latifundistas, etc.); fueron quienes se levantaron en el Bajío en contra de los Revolucionarios; fueron quienes participaron en la Decena Trágica en contra de Madero (el bisabuelo de Santiago Creel ahi andaba); fueron quienes no querían que se aprobaran las grandes reformas sociales plasmadas en la Constitución del 17; fueron quienes se levantaron en contra del Gobierno Revolucionario y se aliaron (otra vez) a la Iglesia en la Guerra Cristera; fueron quienes se opusieron a las reformas cardenistas y quienes fundaron el Partido Acción Nacional (PAN); fueron quienes aplaudieron las políticas entreguistas de Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán Valdéz; y fueron quienes se hicieron tecnócratas, y siendo gobierno con el PRI-AN, vendieron las empresas del Estado y los recursos naturales beneficiando, principalmente, a un sector que a la postre se ha convertido en una oligarquía nacional y a las empresas trasnacionales, principalemente estadounidenses, canadienses y españolas.

España no es para nada lo maravilloso que dicen, y al contrario, es de lo más nocivo para México tanto como lo es Estados Unidos. Los españoles, muy socialistas hacia dentro, y muy imperialistas hacia afuera. Nuestra gran complicación con Estados Unidos es que lo tenemos de vecino. Sin embargo, la influencia nefasta es igual de uno u otro. Regresemos a nuestro tema.

La reconquista, en particular española, no podría ser posible si no fuera por la complacencia del Estado Mexicano. La concesión que Vicente Fox le dió a los españoles (en particular, a Repsol) para explotar y extraer el gas natural de la Cuenca de Burgos, que representan 50,000 kilómetros cuadrados, en los Estados de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas, sin que eso beneficie en nada al país.

O también la concesión del Tren Suburbano, en el Área Metropolitana de la Ciudad de México, a la empresa española CAF (Construcciones y Auxiliares de Ferrocarriles) por un periodo de 30 años, entregando lo que eso implica: vías, la estación histórica del ferrocarril de Buenavista, cuando pudo haberse creado una empresa del Estado que administrara dicho ferrocarril, y con un costo en el pasaje subsidiado (14 pesos por un viaje es una mentada de madre). Y decidieron dársela, pese a las constantes quejas en España sobre el desempeño de ésta empresa, sin contar los choques y descarrilamientos que ha tenido ésta empresa en su país nativo. Incluso, pese a haber tenido un choque ya en México, el Gobierno Federal y el Gobierno del Estado de México le concesionó, nuevamente, el Sistema 2 (que irá de Martín Carrera a Jardines de Morelos) y el 3 (que irá de La Paz a Chalco), sin modificar el tiempode la concesión: 30 años.

En éste entregar recursos se ha entregado las vías de comunicación. Basta mencionar el trato preferencial que ha tenido el gobierno espurio de Calderón y el Gobierno del Estado de México encabezado por Enrique Peña Nieto hacia la empresa OHL, empresa española que actualmente tiene concesionados el Circuiro Mexiquense (que rodea gran parte del Estado de México), el Viaducto Bicentenario (2º Piso de Periférico del lado del Estado de México, Toreo a Perinorte), o las consesiones que racientemente acaba de adjudicar Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno del Distrito Federal, a la misma empresa (una por la vía de la licitación, y la otra por adjudicación directa) para la construcción del 2º Piso del Periférico del lado del Distrito Federal (San Antonio-Toreo) y de la mal llamada Supervía Sur-Poniente (en Magdalena Contreras), ambas vías que serán de cuota durante 30 años.

Así mismo, encontramos empresas españolas que participan en la generación de electricidad que luego le venden a CFE, lo cual, además, representa un acto de inconstitucionalidad. Y qué decir de las empresas trasnacionales norteamericanas que nos invaden como plaga. O de las canadienses que tienen en su mano la minería. O los coreanos y japoneses, que son casi dueños de Tepito.

Todos éstos elementos no hacen más que hacer ver lo evidente: que el Bicentenario y sus festejos es una simulación, una farsa. Lo peor es que existe gente que se lo cree.

De acuerdo a la concepción de Federico Reyes Heroles padre, quien sostenía que “no puede existir independencia política sin independencia económica”, estamos muy lejos de poder celebrar un Bicentenario de la Independencia puesto que, ahora más que nunca, estamos sometidos a los intereses extranjeros. Tal vez ya sin ejércitos extranjeros; tal vez sin un funcionario público visible extranjero, como era el virrey; pero seguimos sujetos a las decisiones del extranjero y, lo más importante, sigue existiendo la misma opresión y pobreza que existían hace 200 años. O quizá no. Ahora hay más, porque tenemos a 80 millones de pobres en México, que representan cerca del 80% de la población.

Es tiempo de reflexionar y actuar. No podemos seguir así siempre. Dicen que no hay mal que dure 100 años, pero nosotros ya llevamos 500 años así.

Y me voy citando a mi teórico favorito, el brillante Karl Marx, quien decía que “aquel que no conoce la Historia, está condenado a repetirla“. No nos equivoquemos una vez más, y generemos el cambio para la Nación que nos merecemos.

Saludos. Dejen comentarios.

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