¡Oh, Universidad!

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Hola.

Por una causa o por otra, pero no pude escribir ésta entrada antes. Sin embargo, aún se encuentra presente el centenario de la Universidad Nacional, mi alma mater, y es por eso por lo que escribo el día de hoy.

La Universidad Nacional tiene un antecedente, algunos mencionan que directo (dentro de la UNAM así se considera), mientras que otros dicen que no tiene nada qué ver: la Real y Pontificia Universidad de México. Fue la primer Universidad que existió en el continente americano, fundada por el Virreynato de la Nueva España mediante la gestión de Fray Juan de Zumárraga y el Virrey Antonio de Mendoza, y por edicto de Carlos I. Fue extinguida en 1865 por decreto de Valentín Gómez Farías, liberal mexicano, quien la consideraba ejemplo de retroceso al estar bajo la tutoría de la Iglesia Católica.

En 1910, en el marco de los festejos del Centenario de la Independencia, fue reabierta mediante decreto de Porfirio Díaz y la intermediación de Justo Sierra, bajo la denominación Universidad Nacional de México. Uno de los principales objetivos, a partir de entonces, fue la autonomía universitaria, misma que fue obtenida en 1933, atribuída equívocamente a Manuel Gómez Morín, siendo éste último el primer rector de la naciente UNAM, y quien renunció sólo un año después de haber asumido la rectoría.

De huelgas de la UNAM, podemos hablar de muchas: desde la primera que se gestó en 1929, antes de que la Universidad fuera autónoma, la de 1933-34, poco después de haber adquirido su carácter de autónoma, la del 68, la del 87 y la del 99. Sin embargo, éstas huelgas siempre han sido motivadas por los abusos que han querido ejercer las autoridades universitarias sobre un conjunto de la comunidad, teniendo diversa índole.

La Huelga de 1929, que representa el antecedente inmediato a la autonomía universitaria, fue estallada el 6 de mayo de 1929, con Alejandro Gómez Arias (vasconcelista) al frente del Comité Central Ejecutivo de Huelga. Ésta huelga fue estallada, en un inicio, por la suspensión del exámen oral anual que fue sustituído por tres exámenes escritos; por el proyecto de aumentar un año más a la Escuela Nacional Preparatoria; y modificar el carácter de la participación estudiantil en el Consejo Universitario, pasando de ser observadores a tomar decisiones. El movimiento culminó con la promulgación de la primera Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México, el 11 de de julio de 1929, por parte del rector Ignacio García Téllez (Moctezuma Barragán, Pablo. Los orígenes del PAN. Ehecatl Ediciones, 1997. pp. 63, 64).

Posteriormente, tenemos la huelga de 1933, que abogó por la Libertad de Cátedra; la de 1968, que culminó con el Movimiento Estudiantil de 1968; y la de 1987 y 1999, que han sido los intentos por quitarle su carácter de pública y gratuita a la Universidad.

En éste sentido, intereses de privatización de la Universidad ha habido muchos, y en distintos momentos de la Historia de México. Y éste ha sido una de las principales oposiciones que ha tenido la UNAM como institución. Encontramos, por ejemplo, el primer intento privatizador en 1914, con el rector Valentín Gama, quien por cierto fue fundador del PAN. Así mismo, otro de los grandes intentos privatizadores de la UNAM fue con Manuel Gómez Morín, precisamente, pues cuando fue rector, cuando se envió una modificación a la Ley Orgánica de la UNAM, donde se especificaba que la UNAM tendría acceso a un subsidio único de 10 millones de pesos para el año siguiente, y después no más. Ésto, en la idea de Gómez Morín que consideraba que un conjunto de alumnos habituados a no pagar colegiaturas (Gómez Mont, 1996: 195), no apreciarían su enseñanza (Gómez Mont, 1996: 200) [Moctezuma Barragán, Pablo. Los orígenes del PAN. Ehecatl Ediciones, 1997. pp. 72).

Sin embargo, pése a éstos embates privatizadores de la UNAM, el fantasma nos rodea. Basta con ver a Jorge Carpizo, en 1987, o a Francisco Barnés de Castro, en 1999, quienes querían aumentar las cuotas en la UNAM, una gran intentona de convertir a la UNAM en una Universidad de élite. O bien, declaraciones absurdas (por no decir pendejas) como las de Federico Döring, quien aseguró que la UNAM es un gran lastre para México, y que es necesario privatizarla.

La UNAM, así, cumple 100 años, siendo la máxima institución de educación superior en México y América Latina, pero con los mismos fantasmas rondándola, principalmente aquellos que la quieren sujetar a las leyes de la oferta y la demanda. Esos fantasmas e inercias que quieren acabar con uno de los últimos reductos del pensamiento libre y crítico, donde la universalidad y discusión de las ideas predomina sobre la cerrazón y la pobredumbre que nos rodea en el México actual.

Así, pues, emancipar a la UNAM en éstos 100 años de vida como Universidad Nacional de México es defender su caracter de pública, laica, gratuita, y de la mejor calidad. Otra forma de emanciparla no existe.

Saludos. Dejen comentarios.

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