El paradigma entre la Izquierda y la pseudo-“Izquierda moderna”

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Hola.

El día de hoy abarcaré un tema que, en lo personal, siempre me ha atraído, pero que hoy, más que nuca, adquiere vitalidad. Así mismo, es una respuesta al texto de Fernando Belauzarán, “La Izquierda Moderna” (http://herejiapolitica.blogspot.com/2010/10/izquierda-moderna.html). Y hablo del debate entre ser de Izquierda, y de “Izquierda Moderna”, la cual es como perder el tiempo intentando ser algo que no eres.

Dice Fernando Belauzarán que hay que separar etapas, resaltar las diferencias entre un antes y un después. No se trata de empezar de cero. Por el contrario, parte de reconocerse en el pasado, de identificar con claridad al referente primordial que le da sentido al inicio del nuevo momento, que lo liga con un ser preexistente, con su historia, con su tradición, con su carga ideológica e incluso mítica, pero que a la vez hace un deslinde notorio y meridiano con lo que ya no puede o no quiere seguir siendo. Estamos de acuerdo en eso, por eso vamos a clarificar de dónde venimos (no solamente agarrar la parte que nos conviene) y hacia dónde queremos ir.

La definición propia de Izquierda y Derecha proviene de la Revolución Francesa, durante la Asamblea. Los que querían seguirle manteniendo sus privilegios al Rey, y que estaban comprometidos con la nobleza francesa, se sentaban a la derecha del recinto, y los que querían quitarle sus privilegios y se encontraban comprometidos con el Pueblo y las clases desprotegidas, se sentaban a la izquierda. De ahí partieron otras definiciones más que no abarcaré por cuestiones de espacio (centro, centro-derecha, centro-izquierda, ultraderecha, ultraizquierda), pero que muestran el abanico de posibilidades que existen dentro del espectro político.

Sin embargo, la relación y cosmovisión Izquierda-derecha se va modificando a lo largo del tiempo. Al ascender la burguesía al poder, y desaparecer las monarquías, el dueño de los medios y modos de producción cambia. Y entonces la dominación dialéctica señor feudal-vasallo cambia, por una relación burgués-proletario (empresario-trabajador, en nuestros días).

Marx, en un brillante texto titulado “El Manifiesto del Partido Comunista”, da el primer paso para identificar con claridad el objetivo, que básicamente consiste en abolir la propiedad privada burguesa. En pocas palabras: se abre el debate entre la propiedad privada y la propiedad estatal.

En dicho texto también, que es de los más celebres de Marx, cuestiona seriamente al que el denomina Socialismo conservador o burgués, que de acuerdo al texto de Fernando Belauzarán, el PRD y su corriente, Nueva Izquierda, es el que más encaja en dicha categoría marxista. Marx define claramente el Socialismo Burgués de la siguiente forma:

Una parte de la burguesía desea mitigar las injusticias sociales, para de este modo garantizar la perduración de la sociedad burguesa.

Se encuentran en este bando los economistas, los filántropos, los humanitarios, los que aspiran a mejorar la situación de las clases obreras, los organizadores de actos de beneficencia, las sociedades protectoras de animales, los promotores de campañas contra el alcoholismo, los predicadores y reformadores sociales de toda laya.

Pero, además, de este socialismo burgués han salido verdaderos sistemas doctrinales. Sirva de ejemplo la Filosofía de la miseria de Proudhon.

Los burgueses socialistas considerarían ideales las condiciones de vida de la sociedad moderna sin las luchas y los peligros que encierran. Su ideal es la sociedad existente, depurada de los elementos que la corroen y revolucionan: la burguesía sin el proletariado. Es natural que la burguesía se represente el mundo en que gobierna como el mejor de los mundos posibles. El socialismo burgués eleva esta idea consoladora a sistema o semisistema. Y al invitar al proletariado a que lo realice, tomando posesión de la nueva Jerusalén, lo que en realidad exige de él es que se avenga para siempre al actual sistema de sociedad, pero desterrando la deplorable idea que de él se forma.

Una segunda modalidad, aunque menos sistemática bastante más práctica, de socialismo, pretende ahuyentar a la clase obrera de todo movimiento revolucionario haciéndole ver que lo que a ella le interesa no son tales o cuales cambios políticos, sino simplemente determinadas mejoras en las condiciones materiales, económicas, de su vida. Claro está que este socialismo se cuida de no incluir entre los cambios que afectan a las “condiciones materiales de vida” la abolición del régimen burgués de producción, que sólo puede alcanzarse por la vía revolucionaria; sus aspiraciones se contraen a esas reformas administrativas que son conciliables con el actual régimen de producción y que, por tanto, no tocan para nada a las relaciones entre el capital y el trabajo asalariado, sirviendo sólo -en el mejor de los casos- para abaratar a la burguesía las costas de su reinado y sanearle el presupuesto.

La Izquierda Moderna que plantea Belauzarán se parece mucho a ésta visión. Sin embargo, tomando en cuenta sus argumentos vacíos, trata de situarnos en la crítica al stalinismo, el cual fue realizado por los revisionistas marxistas de los 40’s y 50’s. Sin embargo, lo que los revisionistas marxistas proponían es algo completamente distinto a lo planteado por Belauzarán. Nosotros no defendemos el stalinismo, puesto que lo realizado por Stalin no fue Socialismo, sino totalitarismo. Sin embargo, dicho revisionismo se enfocó, sobre todo, a rediscutir las teorías de Marx, tomando en cuenta las condiciones históricas del momento.

Belauzarán enarbola la bandera de la caída del Muro de Berlín, sin darse cuenta de la gran contradicción en la que cae, puesto que dicho acontecimiento fue acompañado de una gran propaganda por parte del Bloque Capitalista para anunciar con bombos y platillos que el Sistema Comunista y las teorías de Marx habían fracasado, y anunciaron triunfalmente (y antes de tiempo) el “fin de la Historia”. Pero dicho fin de la Historia no llegó. Y quedó totalmente demostrado con el crack financiero de 2008, el cual fue el mayor en la historia del Capitalismo, mayor que el de 1929 (puedo dar elementos al respecto, para demostrar ésto), y el cual amenaza con recaer en una forma mayor a la presentada hace dos años.

Durante los 20 años que no menciona Belauzarán, se discutió y rediseñó el objetivo de la Izquierda. En Europa optaron por la comodidad, por la tercera vía: la socialdemocracia, que no es otra cosa que Capitalismo asistencialista. O sea, la ley del camaleón: cambiar para que las cosas sigan igual.

Por otra parte en Latinoamérica, ,durante esos 20 años salieron a la opinión figuras como Hugo Chávez, Lula Da Silva, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega, y ¿porqué no? Andrés Manuel López Obrador. Muchas de éstas figuras ya tenían alguna trayectoria pública previa, y así mismo se contaban con antecedentes como la Revolución Cubana (con todo lo que se le pueda criticar), y Salvador Allende, primer Socialista electo por la vía de las urnas.

Sin embargo, Belauzarán argumenta que la Izquierda es democrática o no es. Sin embargo, la Izquierda no se acota a esa sesgada y burda visión pragmática, razonada en función de un interés mediático. Existen definiciones de la Izquierda en cuanto a lo político, en lo económico, en lo social, y en otros ámbitos. Y esas mismas definiciones también las tiene la derecha. Diferentes a las de la Izquierda, pero las tiene. La Izquierda, su fin primordial, es la distribución equitativa de la riqueza, y quien niegue ésto no puede llamarse de Izquierda.

Belauzarán, así mismo, cree descubrir el hilo negro al asegurar que entre las grandes corporaciones y el Estado propietario existe una tercera opción que puede coexistir con la propiedad privada y la estatal: la propiedad social. Sin embargo, la propiedad social no es algo nuevo en México. Existía mucho antes de la conquista, y retomó su forma en México como el Ejido, una figura que quedó plasmada en la Constitución del 17 que, por cierto, fue promulgada antes de que existiera la caída del Muro de Berlín, incluso, antes de la construcción del muro, y del stalinismo, y de la propia Revolución Rusa.

Belauzarán también critica el caudillismo de la siguente forma:

El culto a la personalidad promovió los peores despotismos, no sólo en los países que se reivindicaban comunistas sino también en los regímenes de corte nacionalista encabezados por caudillos que fueron respaldados acríticamente por sectores de la izquierda. Al igual que en el estalinismo, en este tipo de Estados la disidencia no se tolera y cultiva el sometimiento absoluto al hombre fuerte. Por eso, la izquierda moderna se plantea ser congruente con su convicción democrática y libertaria y por eso promueve contrapesos y equilibrios institucionales, oponiéndose a la concentración del poder. Busca complementar la democracia representativa con mecanismos de participación ciudadana, pero no cae en el error bolchevique de pensar que éstos pueden suplir a aquella.

Sin embargo, Belauzarán parece que no tiene memoria, o hace como que no la tiene. Cuando participó en la UNAM, como parte del movimiento, siempre realizó un culto a la personalidad excesivo al Ing. Cuauhtémoc Cárdenas. Incluso, cuando en el año 2000, organizamos la visita del Ingeniero a Ciudad Universitaria, él, junto con Carlos Imaz, eran los enlaces del CEU con el Ingeniero Cárdenas, e incluso, sabiendo del repudio que había al interior de la UNAM a la entonces Jefa de Gobierno del Distrito Federal, Rosario Robles por la represión al CGH en Periférico, Imaz y él se empeñaron en intentar que Rosario acompañara a Cárdenas a CU… ¿Cómo vamos a impedir que Rosario Robles acuda a alguna parte de la ciudad que ella misma gobierna?, fueron las palabras textuales de Belauzarán en ese entonces.

Y los hechos no mienten: El quería ser el orador principal (como siempre, buscando el protagonismo para llenar su ego) y, al no conseguir esto, consiguió que el Chazam fuera el orador por parte del CEU, mientras que por el CDU fue Alonso Arrioja. Sin embargo, su afán protagonista (y su culto a la personalidad también) no terminó ahí. Al terminar el mítin, se fue a comer con Cárdenas a un Samborn’s cercano, vendiéndole la idea al Ingeniero que él había organizado todo, pasándose a una parte de la comunidad universitaria por el arco del triunfo. Y existe prueba periodística de ello, en el Reforma del 26 de junio de 2000.

Finalmente, Belauzarán exhibe lo desorientado que está, es decir, que está del lado contrario. Asegura que

La izquierda moderna entiende que la redistribución de la riqueza para generar justicia social requiere no sólo de una eficiente recaudación fiscal y de programas eficientes de seguridad y asistencia social sino también de fomentar el crecimiento económico, fomentando la inversión pública, privada y trasnacional. Como lo fundamental es mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos no es esclavo de los mitos y se atreve a pensar en voz alta soluciones inovadoras, aún a riesgo de sufrir el estigma de los perros guardianes de la fe y la ortodoxia.

“Fomentar la inversión pública, privada y trasnacional”. ¿Qué no es eso, precisamente, lo que propone el neoliberalismo? Es obvio que nunca se va a tener una economía totalmente estatizada. Sería absurdo pensar que el Estado podría administrar todas las misceláneas que hay en el país, o las panaderías, o las farmacias. Pero tampoco puedes darles manga ancha a la Iniciativa Privada, ni mucho menos al Capital Trasnacional.

Primero, debes de definir una serie de prioridades para el desarrollo nacional, sectores estratégicos, y en función de eso no hay vuelta de hoja: estatizarlos. Lo demás se va evaluando, conforme se van generando las circunstancias. Éste es el planteamiento de la Izquierda. No hay vuelta de hoja. Lo demás son simulaciones de cambios al status quo para no cambiar nada. Es simple y llanamente, atole con el dedo.

Finalmente, Belauzarán cuestiona el origen partidista de Andrés Manuel López Obrador, al asegurar que el origen del tabasqueño no es una organización de izquierda sino el PRI. Dando sin conceder, dado que el PRI, de acuerdo a sus documentos básicos, es de Izquierda (en los originales se definía Nacionalista Revolucionario, y en los actuales se autodenominan Socialdemócratas, igual que los chuchos. Tan es así que el PRI actualmente es miembro de la Internacional Socialista, al igual que el PRD), se cae en un falso debate, al asegurar que el origen determina el presente. Y si bien es cierto que López Obrador luego tiene prácticas medio priístas, lo cierto también es que no es igual que Salinas. Incluso, se llegó al extremo en el PRI que igual podían convivir en el mismo partido Lázaro Cárdenas y Miguel Alemán.

También es cierto que el origen no determina el presente: ahí tenemos a Jesús Ortega, hombre que inició en la Izquierda, totalmente entregado al PAN, a la derecha. O al mismo Belauzarán, que inició en la Izquierda Universitaria (y que le abrió los brazos a Cuauhtémoc Cárdenas cuando éste llegó del PRI con la Corriente Democrática), y que ya no es nada de lo que, incluso, conocí en el 2000.

La Izquierda va más allá de un partido político. Un partido es una institución efímera. Una ideología no, pues permanece con el tiempo si tiene la suficiente solidez teórica. Y sabemos que la razón está de nuestro lado, y que rescataremos al partido que hoy subsiste más por el oxígeno que le dan desde las cúpulas del poder (convirtiéndose en un partido esquirol) que por la simpatía popular. El día que el PRD retome su camino, es decir, sin los chuchos ahí, ese día el PRD podrá volver a erigirse como el Partido que defiende los intereses del Pueblo, y que busca realizar las grandes transformaciones que requiere el país.

El movimiento obradorista y la Izquierda pueden prescindir del PRD. El PRD, en éste escenario, depende de un tercero, del PAN, para poder sobrevivir.

El tiempo nos dará la razón, y pondrá a cada quien en su lugar.

Saludos. Dejen comentarios.

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