El golpe mediático-informático

Hola.

El pasado 6 de enero, el día que el Congreso de Estados Unidos erigido como Colegio Electoral, tenía que validar la elección del Presidente de Estados Unidos. Ese día también, grupos Pro-Trump tomaron el Capitolio mientras la Guardia Nacional poco hizo para detenerlos, y se estableció el precedente del primer intento de golpe de Estado en Estados Unidos (los memes dijeron que, por la pandemia, los estadounidenses decidieron hacer Home Office).

De inmediato, los grandes medios de comunicación (CNN, Fox, NBC, Disney, The New York Times, The Washington Post) arremetieron contra Donald Trump en un juicio mediático con precedentes (con precedentes, porque en México hemos vivido al menos tres hechos similares: en 1999, tras el asesinato de Paco Stanley, las grandes televisoras como Televisa y TV Azteca pidieron en cadena nacional la renuncia del entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Cuauhtémoc Cárdenas; en 2003, tras el linchamiento en Tláhuac, los medios exigieron la renuncia de Marcelo Ebrard, entonces Secretario de Seguridad Pública; y recientemente, a finales de 2020, diferentes medios pasquineros encabezados por Reforma, El Universal, Imagen y Latinus exigieron la renuncia del Secretario de Salud federal, Hugo López Gatell, tras unas fotografías en un restaurante en la playa en Zipolite, Oaxaca), y hasta exigieron la aplicación de la enmienda 25 en su contra. Es decir, la sustitución de un Jefe de Estado, por no coincidir con los intereses creados de nuestro vecino del Norte.

No solo hubo el linchamiento mediático. De inmediato, las redes sociales predominantes en el mundo occidental, como Facebook, Twitter, YouTube (propiedad de Google) e Instagram (propiedad de Facebook) realizaron un bloqueo temporal en contra de Trump de sus perfiles. Más adelante, Twitter tomó una decisión más radical: bloquear definitivamente la cuenta del todavía Presidente de USA.

En su carta-justificación, Mark Zuckerberg, propietario de Facebook, justificó la censura porque, desde su óptica, Trump realizaba actos “para incitar a la insurrección violenta contra un gobierno democráticamente elegido”. Sin embargo, Facebook fue determinante para que, en Egipto, durante la Primavera Árabe, pudiera caer el régimen títere de Hosni Mubarak en 2011; Facebook y Twitter (además del patrocinio de las petroleras francesas, estadounidenses y británicas, del que hemos hablado ampliamente en este blog), determinantes para que cayera el régimen comunista de Muammar Al Gaddafi en Libia en ese mismo año; nuevamente Facebook y Twitter en los intentos golpistas contra el régimen post-chavista de Nicolás Maduro en Venezuela, o el papel determinante que tuvieron las redes sociales en el golpe de Estado en Bolivia en 2019 en contra de Evo Morales, en el cual también participó Elon Musk, propietario de Tesla.

No estamos hablando de un hecho cualquiera: estamos hablando de un hecho que ante millones de televidentes en todo el mundo, ante millones de usuarios de las redes sociales en todo el mundo, se realizó un juicio mediático en contra de un Jefe de Estado, el Presidente del país más poderoso, Estados Unidos, se tergiversaron los hechos para presentar una realidad distinta, y se justificó la censura hacia una persona que no coincide con los designios de la oligarquía estadounidense, las grandes corporaciones mediáticas, las grandes trasnacionales, los grandes bancos y corporaciones financieras, la industria armamentista, todo en su conjunto, que también son los que encumbraron y apoyaron a Joe Biden para ser Presidente de USA.

No fue tampoco la primera ocasión en que lo hicieron. El día de la elección, el 3 de noviembre de 2020, las grandes cadenas televisivas interrumpieron el discurso de Donald Trump cuando realizó las acusaciones de fraude en su contra, y lo justificaron con una “falta de certeza” e, incluso, lo acusaron de mentir, cuando existen muchos hechos plenamente documentados en que estas mismas televisoras han mentido e influido para que gran parte de la población tenga una opinión sesgada en relación a varios hechos históricos. Por ejemplo, la difusión de “información” de creación de armas químicas y nucleares para justificar la invasión a Iraq en 2002, que nunca fueron encontradas, o la manipulación de hechos en relación al 11 de septiembre por parte de las mismas corporaciones mediáticas.

No se trata de defender a Donald Trump a capa y espada. Se trata de defender uno de nuestros grandes derechos, la libertad de expresión en toda su dimensión. Se trata de dimensionar el gran poder que han logrado acaparar las redes sociales del GAFAT, como Alfredo Jalife lo ha definido (Google, Amazon, Facebook, Apple y Twitter), y de cómo han logrado generar una alianza con los medios de comunicación convencionales (principalmente las grandes cadenas de televisión), para acallar una voz disidente e invisibilizarla. Lo mismo que, por cierto, hicieron con López Obrador desde 2006, durante todo el sexenio de Felipe Calderón y de Peña Nieto.

Es evidente que la oligarquía gringa y la élite empresarial, mediante los medios de comunicación y redes sociales crearon un grave precedente: el primer golpe de Estado informático-mediático contra el Presidente actual de USA, Donald Trump, con una censura justificada ante la opinión pública como un “riesgo para la democracia estadounidense”. Y es una fórmula que han ido ensayando desde 2011, con la Primavera Árabe, que cada vez va siendo perfeccionada, generando mecanismos de control y difusión controlada y manipulada de la información, en beneficio de sus propios intereses. Las redes sociales, con su recién inaugurada alianza con los medios de comunicación convencionales, se han convertido en juez y parte, y se han fusionado en el Cuarto Poder, erigiéndose como contrapoder al Estado.

Ahora, más que nunca, toman mucho sentido las palabras con las que Rafael Correa definió la libertad de expresión, al afirmar que “desde que se inventó la imprenta, la libertad de prensa es la voluntad del dueño de la imprenta”. Hoy, los dueños de la imprenta son Twitter, Facebook y Google.

Ante la celebración masiva de la censura contra Trump, hay que tener mesura, cautela, cuidado, pues la misma receta que aplican con Donald Trump, después la querrán aplicar con los movimientos sociales, con el progresismo, con gobiernos no afines a sus intereses, tanto las redes sociales, como las corporaciones mediáticas globales o locales.

Ante la censura, no existe justificación alguna, pues como afirmó Voltaire, “no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo”. Si permitimos que la censura prospere, se vuelva hábito común contra las voces disidentes, después no habrá marcha atrás, pues al celebrarlo, justificarlo, convalidarlo, nos hacemos cómplices de la misma.

No a la censura, si a la libertad de expresión.

Saludos. Dejen comentarios.

El peligroso fantasma golpista

Hola.

El pasado viernes 29 de agosto, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sorpresivamente presentó durante la conferencia mañanera una lista de ONG’s “ambientalistas”, “indígenas” y de “protección de derechos humanos”, así como medios de comunicación que se oponen a la construcción del Tren Maya, y reciben financiamiento extranjero para realizar sus actividades políticas.

Curiosamente, la noticia pasó desaparcibida. Nadie le tomó importancia. Eso sí, de inmediato, actores políticos e intelectuales orgánicos de la derecha se lanzaron contra el Presidente muy a su clásico estilo de victimizarse, acusando “una nueva embestida en contra de las OSC”. Y no es para menos: López Obrador exhibió a los titiriteros, al poder detrás del trono de estas “Organizaciones de la Sociedad Civil”, que de civil solo tienen el nombre, pues es gracias al apoyo y financiamiento recibido, que han podido elaborar una estrategia de acciones legales y campañas en medios y redes sociales.

Entre las organizaciones y medios exhibidos, destacan:

  • Consejo Regional Indígena y Popular Xpujil (CRIPX), encabezada por Alfredo López Díaz;
  • Diálogo y Movimiento (DIMO), de Artemia Fabre Zarandona (Doctora en Ciencias Antropológicas por la UNAM);
  • Indignación, Promoción y Defensa de los Derechos Humanos, A.C., encabezada por Raúl Lugo Rodríguez (Licenciado por el Pontificio Instituto Bíblico de Roma y sacerdote de la Arquidiócesis de Yucatán desde 1982);
  • Centro Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS), presidida por Sergio Madrid (Ingeniero Agrónomo por la UAM);
  • Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), encabezada por Maria Eugenia De la Fuente (Maestra en Derecho de los Negocios con acentuación ambiental en The London School of Economics and Political Science, UK), destacando en su Consejo Directivo, además, Carlos Ortiz Mena (empleado en Servicios Administrativos Fresnillo, S.A. de C.V. de la Empresa Industria Peñoles, integrante de Grupo BAL, de Alberto Baillères, y familiar de Antonio Ortiz Mena, Secretario de Hacienda de 1958 a 1970, quien fuera líder moral de los tecnócratas neoliberales de los 80’s);
  • Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), de María Amparo Casar (Doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la University of Cambridge, King’s College, además de ser miembro del Comité Editorial de la Revista NEXOS, y fungió como Coordinadora de Asesores del Secretario de Gobernación de diciembre de 2001 a junio de 2005, durante el sexenio de Vicente Fox);
  • México Evalúa, presidida por Luis Rubio (Doctor en Ciencia Política en la Brandeis University, entre su currículum destaca la publicación de una columna semanal en Reforma,  asegurando que “sus opiniones aparecen con frecuencia en The Washington Post, The Wall Street Journal y The Financial Times”, es miembro del consejo de dos familias de fondos de inversión y de Coca Cola FEMSA, en los años 70 fue director de planeación de Citibank y fue asesor del Secretario de Hacienda, y aquí viene lo más interesante: es miembro de la Comisión Trilateral (del Grupo Bildelberg);
  • Animal Político, encabezado por Gerardo Márquez Camacho (dueño de Editorial Criterio y de constructoras en Hidalgo, y cercano a Miguel Ángel Osorio Chong, ex-Secretario de Gobiernación durante el sexenio de Enrique Peña Nieto); y
  • Fundación Debido Proceso (DPLF), una organización con sede en Washington y presidida por la mexicana Fernanda Hopenhaym, Maestra en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.

Por su parte, entre la lista de los entusiastas aportadores económicos de estas organizaciones se encuentra:

  • Fundación Kellogg’s, fundada por Will Keith Kellogg, de la empresa Kellogg’s, que en palabras de Jesús Ramírez, vocero de la Presidencia de la República, vende Corn Flakes y algunos tipos de alimentos de la mañana, Frutti Lupis y demás;
  • Fundación Ford, fundada por Edsel Bryant Ford y Henry Ford, de la empresa Ford Motor Company, segundo mayor fabricante de automóviles de Estados Unidos;
  • Climate Works Foundation, una organización que se define como sin fines de lucro, que el New York Times definió como “una fundación de mil millones de dólares que busca frenar el cambio climático” presidida por Hal Harvey, que entre su currículum destaca ser miembro de la Junta Directiva de Fifth Third Bank, y Presidente de la junta directiva de MB Financial Corporation;
  • National Endowment for Democracy (NED), en español: Fundación Nacional para la Democracia, organización estadounidense fundada en 1983 por el Presidente Ronald Reagan, para contribuir a la lucha anticomunista durante la Guerra Fría, financiada principalmente por la Central Intelligence Agency (CIA), y dependiente del Departamento de Estado de Estados Unidos; y
  • Rockefeller Brothers Fund, fundada por David Rockefeller, Nelson Rockefeller, Laurance Rockefeller, John D. Rockefeller III, y Winthrop Rockefeller, banqueros y petroleros estadounidenses, con una de las mayores fortunas en todo el mundo, cuya misión declarada es “promover el cambio social que contribuya a un mundo más justo, sostenible y pacífico”, y donde colaboró (o probablemente continúa colaborando) Henry Kissinger, quien fuera uno de los principales operadores de los grandes golpes de Estado en América Latina en contra de gobiernos progresistas.

De acuerdo al documento presentado por López Obrador, el financiamiento fue distribuido de la siguiente forma:

El documento íntegro presentado por López Obrador es el siguiente:

A diferencia de lo asegurado por la derecha mexicana, los implicados tanto en financiar como en recibir dinero, no son blancas palomas, sino todo lo contrario: representan a la parte más oscura y siniestra de la derecha mexicana y, por otra parte, los subvencionistas representan a aquellos actores que se han caracterizado por impulsar, financiar y operar golpes de Estado en contra de gobiernos progresistas. Y, además, con el mismo modus operandi.

En la década de los 70’s y parte de los 80’s, Estados Unidos financió el Plan Cóndor por medio de la CIA, entre otras situaciones, consumar el golpe de Estado contra Salvador Allende en Chile, en 1973, financiando medios de comunicación opositores como “El Mercurio”, , imponiendo además un régimen militar encabezado por Augusto Pinochet, que sirvió además para implementar y profundizar el modelo neoliberal. Al respecto, el 16 de septiembre de 1973, después de que Pinochet había tomado el poder, ocurrió la siguiente conversación entre Henry Kissinger (consejero de Seguridad Nacional y si: el mismo de la Fundación Rockefeller que ahora financia ‘Mexicanos contra la Corrupción’) y el presidente Richard Nixon:

Nixon: ¿Nada nuevo de importancia o sí?

Kissinger: Nada de mucha consecuencia. El asunto chileno se está consolidando y por supuesto, los periódicos sangran porque han derrocado un gobierno procomunista.

Nixon: No es algo. No es algo

Kissinger: Quiero decir, en vez de celebrar: en el período Eisenhower seríamos héroes.

Nixon: Bien, no lo hicimos ―como usted sabe― nuestra mano no aparece en esto.

Kissinger: No lo hicimos. Quiero decir, les ayudamos. [confuso] Creamos las condiciones tan grandes como fueran posibles.

Nixon: Es correcto. Y es el modo en que esto se va a jugar.

Pero no fue la única dictadura militar que impulsó Estados Unidos: fue aplicada la misma receta en Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y, esporádicamente, en Perú, Colombia, Venezuela, y Ecuador.

Así mismo, la CIA participó en la creación de guerrillas paramilitares en los 80’s en Centroamérica. Y más recientemente, apoyó en la realización de la guerra asimétrica en contra de la Revolución Bolivariana y el régimen chavista en Venezuela, financiando las Guarimbas, y a títeres como Leopoldo López o Juan Guaidó; operar el golpe de Estado contra Evo, imponiendo a Añez en Bolivia en 2019; maniobrar el 2010 en el intento de golpe de Estado contra Correa en Ecuador en 2010; y tantos y tantos ejemplos que podemos mencionar, que bien podría hacerse un manual o un catálogo respecto a la injerencia imperialista estadounidense en América Latina durante el Siglo XX y lo que llevamos del XXI.

Hay que mantener cautela respecto al financiamiento del extranjero que están recibiendo ONG’s, medios de comunicación, periodistas opositores, actores políticos de derecha, e intelectuales orgánicos en el país, pues esta lista que dio a conocer López Obrador únicamente comprende el financiamiento de acciones en contra del Tren Maya, pero seguramente, habrá más financiamiento para otros rubros y por parte de entes más oscuros aún.

Sin embargo, a pesar del injerencismo estadounidense existente, sería mejor para el gobierno encabezado por López Obrador la reelección de Trump que el triunfo de los Demócratas, pues estos últimos, los Demócratas, tiene muchos nexos con la derecha mexicana y con el panismo en general, y no dudarán en financiar acciones desestabilizadoras y subversivas contra el actual gobierno de forma más abierta y generosa.

El fantasma del golpismo contra gobiernos progresistas vuelve a asomarse de forma peligrosa. Sin embargo, el Presidente Andrés Manuel se ha encargado de develar sus intenciones. Falta ver si esto disiparán o profundizarán los planes abiertamente subversivos de la derecha contra nuestro Gobierno. Y del Pueblo dependerá defenderlo llegado el momento.

Saludos. Dejen comentarios.

El campo de batalla

Hola.

En estos días, en América Latina estamos viviendo un fenómeno sumamente peculiar, pero de una gran trascendencia hacia el futuro. Estamos siendo testigos de cómo se están disputando, en elecciones, en los Congresos, en medios de comunicación, en las calles, dos proyectos completamente distintos y contrapuestos.

Por una parte, la visión de siempre, caracterizada por el intervencionismo estadounidense, que se ha manifestado implícitamente a lo largo de décadas a través de las políticas neoliberales en nuestros países, y por la otra, los proyectos nacionales de autodeterminación y autogestión que el Pueblo ha impulsado a través de los gobiernos progresistas a lo largo del continente.

Al día de hoy, existen varios frentes abiertos, en distintos países, donde se está presentando esta dinámica.

Si bien es cierto que en Ecuador llegó una calma relativa tras la derogación del decreto 883, la persecusión judicial de la que está siendo objeto el ex-Presidente Rafael Correa puede generar reactivar el movimiento latente en contra del Presidente Lenin Moreno.

En Chile, los ánimos no se han tranquilizado y por el contrario, a pesar de que el Presidente Sebastián Piñera pidió la renuncia de su gabinete, la gente no ha dejado de salir a las calles exigiendo su renuncia. Las manifestaciones y los enfrentamientos son cotidianos, y no se le ve otra salida a la crisis que no sea la renuncia del pinochetista y neoliberal Piñera.

En Brasil, un juez determinó la liberación de los presos políticos, y Lula Da Silva quedó libre, tras el injusto encierro que tuvo debido a la persecusión política que llevó a cabo el ex-Presidente Michel Temer en contra de todo el Partido de los Trabajadores (PT), donde miles de personas acudieron para recibirlo en libertad. En ese entendido, la liberación de Lula ha encendido una luz al final del túnel, contra el fascismo del ultraderechista Jair Bolsonaro, que no ha tenido contemplaciones en limitar derechos, profundizar el neoliberalismo y acabar con el Amazonas.

En Bolivia, los aires golpistas se asomaron desde el 20 de octubre, fecha en la que se llevó a cabo la elección presidencial en dicho país, debido a que la oposición no aceptó los resultados (tampoco aceptó la auditoría de la OEA, órgano servil a USA, cabe señalar), y ha iniciado un golpe de Estado en contra de Evo Morales, Presidente electo en dicho país, con el apoyo de los sectores más reaccionarios, y de los separatistas que estuvieron pasivos durante mucho tiempo.

En Argentina, el triunfo de Alberto Fernández el 27 de octubre frente al fracaso del gobierno neoliberal de Macri, de la mano de la ex-Presidente Cristina Fernández (ahora vicepresidente), hablan precisamente de un nuevo giro en la región hacia la Izquierda.

¿Qué tienen en común estos procesos?

  1. Un gran respaldo popular a los candidatos y/o gobiernos de Izquierda;
  2. Una insurrección popular en contra de los gobiernos neoliberales;
  3. Una peculiar línea editorial uniforme por parte de los corporativos mediáticos, dependiendo el caso:
    1. En el caso de los gobiernos derechistas, un apoyo irrestricto a dichos gobiernos, así como satanización de los movimientos sociales existentes en las calles y/o de las candidaturas progresistas;
    2. En el caso de los gobiernos de Izquierda, un bombardeo constante en contra del Gobierno, posicionando el discurso hegemónico.
  4. Apoyo irrestricto de las oligarquías locales a los gobiernos de derecha, y a las acciones contra gobiernos de Izquierda.

En México, en las últimas semanas se ha incrementado notablemente la ofensiva mediática en contra del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. No es la única vía.

Operaciones tácticas de dudoso origen, como el operativo en Culiacán, o el asesinato de miembros de la familia Le Barón, bien podrían ser clasificadas como acciones de guerrilla asimétrica con el fin de desestabilizar al gobierno de López Obrador, debido a las características que han tenido, además de que hubo eventos previos donde hubo presencia de funcionarios estadounidenses, pese a las posteriores negativas y desmentidos.

De cualquier forma, el último evento reveló la amenaza de invasión a nuestro país por parte del ejército de Estados Unidos, y ha estado latente desde la semana pasada, la cual ha sido matizada diplomáticamente por el Presidente Donald Trump, pero finalmente lo ha dejado claro.

Adicionalmente, la infiltración de sectores opuestos al gobierno en diferentes estructuras, o bien, la coacción de algunos dirigentes por parte de los poderes fácticos que buscan mantener el status quo, ha sido constante en las últimas semanas. De forma cada vez más descarada, se busca desacreditar al actual gobierno y la aplicación de sus políticas públicas bajo la máscara de “defender al proyecto” e “impedir que se siga haciendo lo mismo de siempre”. Nada más falso que eso.

A base de mentiras, manipulación, y con el apoyo mediático que les pueden dar los poderes fácticos, lobos con piel de oveja buscan meter al descrédito público y al escarnio popular a servidores públicos que están realizando su labor y sus tareas en el ejercicio público de forma distinta a lo que los intereses de siempre quieren, que están realizando un cambio en la forma de hacer política, que están llevando a cabo la transformación que prometió nuestro Presidente.

Estos lobos con piel de oveja son los más peligrosos, pues en realidad engañan con banderas falsas a sus seguidores, trabajan para fines no muy claros (o más bien dicho, bastante claros), y realizan sus actos con dos fines: el protagonismo banal e inmediato, y el buscar el poder por el poder para que, ellos si, sigan reproduciendo los mismos vicios de la política de siempre.

Sin embargo, sirven a los intereses que buscan impedir la consolidación de la Cuarta Transformación, y lo que ello representa. Sirven a los intereses de la derecha, de la oligarquía, de la embestida mediática, de los poderes fácticos, de la dominación imperial, de los intereses que buscan la desestabilización del actual Gobierno de México. Son arietes voluntarios o involuntarios de tales fines.

Hoy, América Latina es un campo de batalla. Pero al final, solo existe un juicio: el de la Historia. Y a todos la Historia nos juzgará, o nos absolverá. Cada cosa cae por su propio peso, y el tiempo pone todas las cosas en su lugar. Y estoy seguro que, pase lo que pase, estamos del lado correcto de la Historia.

Saludos. Dejen comentarios.

Tambores de guerra

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial y después de la repartición del mundo en tres por los tres presidentes de mayor poder a nivel mundial (Truman, Stalin y Churchill), comenzó ese largo periodo de tensión mundial denominado Guerra Fría que, en teoría, mantuvo una tensa calma entre el bloque capitalista (liderado por Estados Unidos) y el socialista (encabezado por la Unión Soviética).

Y dije “en teoría” porque en la praxis esta tensa calma tuvo momentos bélicos importantes (como la Guerra de Corea y la Guerra de Vietnam), y algunos muy cercanos de desatar una Tercera Guerra Mundial (como la Crisis de los Misiles en 1962), donde la humanidad hubiera ido a su primera y única guerra nuclear, de la cual muy pocos (sino es que nadie) hubiera sobrevivido debido a los efectos inmediatos y posteriores de grandes detonaciones en todo el mundo.

Sin embargo (y también en teoría), la Guerra Fría concluyó tras la caída del Muro de Berlín en 1989, y la disolución de la Unión Soviética en 1991, al ser proclamado “el fin de la Historia” por parte de Francis Fukuyama, con lo que el capitalismo se autoproclamó el vencedor de ese largo periodo de la historia y se propuso venderlo así al resto del mundo en forma de receta neoliberal.

Sin embargo, y al paso de los acontecimientos de los últimos años, podemos apreciar que esos acontecimientos ni marcaron el fin de la Historia, ni mucho menos de la Guerra Fría. Podemos decir, a la distancia, que sólo hubo una tregua no planeada y un reacomodo de fuerzas políticas económicas y militares.

Las tensiones que han ido en aumento en las últimas semanas, debido en gran parte a la irresponsabilidad e irracionalidad con la que Donald Trump se dirige al mundo (y a sus propios ciudadanos), nos han colocado en el punto más cercano a la Tercera Guerra Mundial desde 1962, y a un cercano y peligroso futuro próximo de comenzar una guerra nuclear como nunca antes.

Los ataques recientes de Estados Unidos en Siria, y el desplazamiento de tropas en las inmediaciones de la Península Coreana, son algunos de los motivos que podrían desencadenar este nuevo conflicto armado que pondría en entredicho la supervivencia de la Humanidad.

Los dos grandes bloques militares, encabezados una vez más por Estados Unidos y Rusia, ponen en vilo la relativa paz que había vivido el mundo en los últimos 25 años. Decía Fidel Castro, en un texto titulado “El deber de evitar una guerra en Corea”, firmado el 4 de abril de 2013, que era “para explicar la gravedad de un hecho tan increíble y absurdo como es la situación creada en la península de Corea, en un área geográfica donde se agrupan casi 5 mil de los 7 mil millones de personas que en este momento habitan el planeta. Se trata de uno de los más graves riesgos de guerra nuclear después de la crisis de octubre en 1962 en torno a Cuba, hace 50 años”.

Continuaba Fidel: “Si allí estalla una guerra, los pueblos de ambas partes de la Península serán terriblemente sacrificados, sin beneficio para ninguno de ellos. […] No sería justo olvidar que tal guerra afectaría de modo especial a más del 70 % de la población del planeta.

“Si allí estallara un conflicto de esa índole, el gobierno de Barack Obama en su segundo mandato quedaría sepultado por un diluvio de imágenes que lo presentarían como el más siniestro personaje de la historia de Estados Unidos. El deber de evitarlo es también suyo y del pueblo de Estados Unidos”.

Hemos cambiado de presidente: de Obama a Trump, pero continúan las mismas prácticas e imprudencias.

Existen muchos textos de Fidel, además, escritos desde hace años alertando sobre una paz muy frágil, y sobre la posibilidad real de una guerra nuclear, tal y como si estos textos hubieran sido escritos ayer, y con los mismos actores involucrados: Estados Unidos, Israel, Rusia, Irán, Siria, Corea, Afganistán.

Por su parte, el español Cao de Benós, único representante de Corea en Occidente, ha declarado y asegurado en varios medios de comunicación que el país para el que trabaja, Norcorea, tiene en su poder el arsenal militar y nuclear que han presentado ante los medios de comunicación internacionales, tales como la Bomba H, así como varias bombas termonucleares. Adicionalmente, ha declarado que Corea no está dispuesto a tolerar ningún ataque “preventivo”, es decir, que un misil estadounidense impacte con algún objetivo civil o militar dentro del territorio coreano, y que de lo contrario, contestaría de inmediato con un ataque “fulminante” en contra de Estados Unidos.

En 1962 se resolvió la Crisis de los Misiles gracias a las habilidades diplomáticas y a la voluntad de Kennedy, por parte de Estados Unidos, y de Kruschev, por la URSS, y de la disponibilidad de Castro por Cuba y Gürsel por Turquía. Pero a diferencia de 1962, tenemos como presidente de Estados Unidos a Trump, que es irresponsable, estúpido y bocón; a un presidente ruso, Putin, frío, calculador y firme en sus decisiones; a un Kim Jong-Un impulsivo y visceral, y a un Erdogan radical y sumiso a los intereses estadounidenses.

Días cruciales se avecinan en las próximas semanas. Ojalá quepa la prudencia en alguna de las partes, pues el futuro de la Humanidad dependerá, en gran medida, de la habilidad que tenga un puñado de gente para resolver esta crisis diplomática que afecta con desaparecer de la faz de la Tierra a nuestra especie.

El libre mercado, el libre comercio y el libre albedrío

Aproximadamente en 1986, y derivado de la falla en las medidas correctivas a la crisis económica de 1981-82, el gobierno de Miguel de la Madrid firmó un Convenio de Crédito Contingente con el Fondo Monetario Internacional una carta-intención el 22 de julio de 1986, con la cual el FMI se comprometía a realizar un préstamo de 1,400’000,000 DEG’s (Derechos Especiales de Giro) con duración de 18 meses, que se juntaban a otros préstamos realizados en 1982, 83, 84 y 85.

Con esta carta-intención, el gobierno mexicano se comprometió a implementar un modelo económico de corte neoliberal, para pasar de una economía mixta con un gran control estatal a una economía de libre mercado.

Algunas de las condiciones que se firmaron en esta carta-intención eran (y siguen siendo para cualquier país) indignas e inaceptables, pues tan sólo en política comercial, las exigencias eran, entre otras: realizar políticas estructurales a la oferta; continuar con el proceso de liberalización comercial, eliminando aranceles y derechos aduaneros; y revisión de subsidios y derechos compensatorios, según acuerdos con Estados Unidos [sic] (SER, 1986).

Con el fin de apoyar las políticas de apertura comercial y de reducción (y posteriormente, desaparición) del proteccionismo, que significó un cambio estructural importante antes de la apertura total de nuestra economía a la inversión privada, sobre todo con las privatizaciones en marcha, pero además para garantizar que esta fuera efectiva, en noviembre de 1985 el gobierno mexicano inició las negociaciones para su ingreso al GATT (General Agreement on Tariffs and Trade / Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio), siendo admitido el 24 de agosto de 1986, y participando activamente en la ronda de negociaciones comerciales de septiembre de 1986. Posteriormente, el GATT se convertiría en la Organización Mundial de Comercio (OMC), el 1° de enero de 1995.

El 10 de junio de 1990, ya durante el periodo de Salinas, sexenio en el que aceleró y profundizó el neoliberalismo, inician las negociaciones para incluir a México en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA, en inglés). Estas concluyen el 17 de diciembre de 1992, y entra en vigencia el 1° de enero de 1994, fecha emblemática para México, pues ese mismo día irrumpe el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en la vida pública del país.

¿Qué contiene dicho tratado? Entre otras cosas, la eliminación arancelaria de miles de bienes que cruzan las fronteras en América del Norte; reducciones arancelarias escalonadas – ya terminadas – y reglas especiales para productos de los sectores agropecuario, automotriz y bienes textiles y del vestido; protección a la inversión extranjera y a la propiedad intelectual; acceso a compras del sector público; y compromisos en materias medioambientales y laborales.

En resumen, son las bases de lo que denominaron “libre comercio”. Un libre comercio donde uno sólo es beneficiado (Estados Unidos), y donde otro es perjudicado y explotado (México). Un “libre comercio” donde sólo las empresas y productos estadounidenses tienen ventajas competitivas sobre los mexicanos. Así siempre fue.

Así, a partir de ese momento, el destino de México (que ya de por sí estaba escrito no por el dedo de Dios, sino por el Tío Sam y sus brazos financieros globales), estuvo condenado a la hecatombe. Se murió el campo, se acabó la industria nacional, se establecieron las corporaciones trasnacionales abaratando y pauperizando la mano de obra, y aumentó la inmigración, la violencia, la delincuencia y el narcotráfico.

Los siguientes gobiernos no fueron distintos. Zedillo, Fox y Calderón continuaron el guion escrito previamente sin cambiarle ni una sola coma, y nuestra dependencia del exterior creció considerablemente, al punto de convertirnos en un parásito de las grandes potencias, pero principalmente de Estados Unidos.

Los alimentos que comemos son importados, la gasolina que consumimos es importada, las empresas del sector privado donde trabaja la mayoría son extranjeras, y así podemos mencionar mil ejemplos más.
Con Peña Nieto, se profundizó el neoliberalismo. El impulso y aprobación de las 14 reformas estructurales que consolidó gracias al Pacto por México son fruto de ese proceso de consolidación que el neoliberalismo tenía pendiente desde hace 20 años. Sin embargo, ya cuando habían terminado la receta neoliberal para comenzar a gozar los “beneficios”, Donald Trump.

La tragedia para los oligarcas y neoliberales mexicanos no es que haya llegado Donald Trump, sino que haya ganado la Presidencia de USA y esté cumpliendo todas y cada una de las promesas que mencionó en su campaña. Eso explica, además, la saña con la que los medios de comunicación mexicanos trataron a Donald Trump. Como nunca, las principales cadenas mexicanas (Televisa, Azteca e Imagen) hicieron proselitismo descarado a favor de Hillary, pues aunque no se trataba de un proceso electoral en el país, si estaban en juego los intereses e inversiones de sus principales accionistas, socios y patrocinadores que financian estos medios.

Por esto mismo, durante el posicionamiento de Enrique Peña Nieto en materia de política exterior con el gobierno de Trump realizado el pasado 23 de enero, el Presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Juan Pablo Castañón, fue enfático con Peña al casi exigirle que debe defender, ante Trump, el modelo de libre mercado del que han salido beneficiados por varios años. Es decir, no están dispuestos a cambiar el modelo, a dar su brazo a torcer, aunque es evidente que están equivocados, y que el país está peor con neoliberalismo que sin él.

Más allá de las políticas xenofóbicas y racistas que está implementando Trump en los primeros días de gestión (que merecerían otro artículo aparte), las políticas proteccionistas que están cerrando la economía de Estados Unidos son benéficas para México.

El retiro de Estados Unidos del Tratado TransPacífico (TPP), que en realidad buscaba beneficiar a los grandes corporativos trasnacionales estadounidenses en materia arancelaria, laboral, de propiedad intelectual y de arbitraje inversionistas-Estado, así como el anuncio de renegociación del TLCAN por parte del Gobierno de Donald Trump, es una muy buena noticia para México, aunque no para los oligarcas, beneficiarios directos de dichos tratados.

Que México no esté sujeto a esos alevosos tratados de libre comercio puede permitir que nuestro país tenga libre albedrío por primera vez en mucho tiempo, que pueda decidir sobre su propio destino, que cambie de modelo económico, y que termine esta pesadilla de más de 30 años llamada neoliberalismo. Permitirá reinvertir en el campo y tener soberanía alimentaria, reinvertir en el motor industrial, generar empleos y consolidar la producción de diversos productos en general, a expropiar y recuperar los sectores estratégicos de la economía en beneficio de todos, y a generar un modelo de desarrollo acorde a nuestras propias necesidades, y no a las necesidades de otros.

Así, haciendo una transición del libre mercado y del libre comercio al libre albedrío, es como México puede hacer frente a los retos que enfrenta ante el embargo económico que, tal como en Cuba, nos está imponiendo Donald Trump. De otra forma, solo continuaremos en la caída libre que tenemos actualmente en el despeñadero y del que, entre más caigamos, más nos costará salir.