El neocolonialismo del Siglo XXI

Hola.

Dos incidentes fueron necesarios en la segunda mitad del siglo XV para iniciar la política expansionista, colonialista e imperialista de las potencias europeas en durante los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX alrededor del mundo: la caída del Imperio Romano de Oriente en 1452 (Constantinopla o Bizancio, para ser más específicos), y el descubrimiento de América en 1492.

El viaje de Cristóbal Colón y el descubrimiento del pésimamente llamado “Nuevo Mundo” genera una euforia sin precedentes de explorar el mundo (dejando atrás las banales creencias europeas de la tierra plana, el mundo sobre una tortuga, y otras nimiedades de la época, y apoyando viajes como los de Vasco Da Gama y Fernando de Magallanes), para después conquistarlo.

En ésta conquista, las naciones europeas saquearon y esclavizaron  a los habitantes de las regiones dominadas (es decir, todo lo que no era Europa). Así, España se quedó con la mayor parte de América, mientras Portugal, Francia, Inglaterra, Holanda, Dinamarca y Rusia dominaron regiones (algunas grandes, otras no) del continente. Por su parte, Asia fue conquistada en su mayoría (territorialmente hablando) por Inglaterra, Francia, Países Bajos y Rusia, mientras que África se la repartieron Francia, Alemania y el Reino Unido, aunque también participaron Italia, Portugal, Bélgica y España.

Aunque existen muchos y diversos factores en cada una de éstas conquistas, no profundizaré en ello (al igual que no lo haré con los antecedentes), dado que no es materia de éste texto. Lo que si es importante señalar es que una de las principales razones de éstas invasiones fue el dominio y saqueo de los recursos naturales regionales, en beneficio de las potencias europeas imperialistas que generaron su riqueza (y actual poderío político, económico y social) en detrimento de los habitantes de los territorios conquistados.

Sin embargo, el yugo colonial no prosperó. Tras 300 años de dominación y sometimiento, en la primera mitad del siglo XIX (en general) se gestaron los movimientos de independencia en América, mientras que en la segunda mitad del siglo XIX y durante todo el siglo XX se gestaron diferentes movimientos independentistas en Asia y África. Pero para las naciones dominantes, siempre queda la tentación de volver a controlar esos recursos que antes eran suyos y que ya no lo son, o bien expandirse para dominar nuevos recursos.

Así, la I y II Guerra Mundial tuvieron esa característica: acaparar nuevamente territorios antes conquistados, o arrebatarle al enemigo territorios y recursos. Las posteriores guerras, como la de Corea, Vietnam, las guerras de Israel contra sus vecinos, la de Irak-Irán, la I Guerra del Golfo Pérsico, o la de los Balcanes significó, siempre y necesariamente, control político, económico, social y/o militar de una nación sobre otra.

La caída del Muro de Berlín, así mismo, significó el término el mundo bipolar, quedando USA a la vanguardia en todos los sentidos (político, económico, social, militar y cultural), generando así las condiciones para imponer un sistema económico injusto sin oposición de nadie, acompañado de una gran campaña anunciando “el fin de la Historia” y el triunfo final del Capitalismo sobre el Comunismo, hecho que muchos se creyeron, y pocos se sentaron a analizar. Así, naciones de todo el mundo aceptaron sin chistar la receta única vendida por USA, el neoliberalismo, aceptando toda una serie de “recomendaciones” que hubieran sido inaceptables en otro momento.

Y aunque la invasión se realizó en lo económico, no fue suficiente. Existían quienes se negaban a aceptar esa receta única, y que se convirtieron en una “amenaza de seguridad nacional” para los estadounidenses, entendiéndose como “amenaza de seguridad nacional” todo aquello que afecte sus intereses económicos (y los de las grandes corporaciones, por supuesto), y no otra cosa. Así, el 11 de septiembre se convirtió en el pretexto ideal para combatir y acabar con todos esos enemigos políticos y económicos con una “Guerra contra el Terrorismo” que, dicho de otra forma, es un neocolonialismo disfrazado con fines de “intervención” para quitar “dictadores” emanados del pueblo (en algunos casos) o adiestrados por ellos mismos (en otros casos).

Y llegó la invasión militar a Afganistán en el 2001 lidereada y promovida por USA, Inglaterra y la OTAN, bajo el pretexto de quitar a los talibanes del poder (que USA ayudó a que llegaran ahí). El fin real fue controlar el carbón y el gas natural del país, sin dejar de observar que en el país existen depósitos de hidrocarburos, oro, plata, esmeraldas y uranio, entre otros metales preciosos.

Posteriormente, la invasión a Irak (lidereada nuevamente por USA, Inglaterra y la OTAN) llegó al país árabe en 2003 con el pretexto de derrocar al malvado dictador Saddam Hussein (que también apoyó USA en la Guerra contra Irán). Al final, USA y las naciones europeas (principalmente Inglaterra y Francia) tienen las concesiones del petróleo iraquí (que, por cierto, era un bien público a cargo del Estado). Entre las empresas que ganaron con la invasión (y que, además, la financiaron) se encuentran ExxonMobil, Shell, BP, Total, Chevron y otras 41 empresas.

Ya en 2011, con el presidente Obama (de un partido distinto al de Bush pero con los mismos intereses), se realiza la invasión a Libia y ¡si, en efecto!, volvieron a encabezar la invasión USA, Inglaterra, un nuevo aliado más visible: Francia, y la OTAN. Y adivinaron también: el botín de guerra fue el petróleo y el gas natural. Y nuevamente, se sabe que las compañías petroleras trasnacionales están detrás de la invasión: el 1º de septiembre de 2011 (una semana después de la ocupación de Trípoli por el Consejo Nacional de Trancisión [CNT]), se filtra que el CNT prometió a Francia el 35% del petróleo libio a cambio de su apoyo para derrocar a Gaddafi.

Así, el rediseño de la geopolítica económica de los países está reacomodándose de acuerdo a los recursos naturales propios de cada país, teniendo USA, Inglaterra y Francia el control de éstos territorios mediante la economía por medio de las grandes trasnacionales, y teniendo peleles que dirigen sus sistemas políticos y sujetos a las decisiones en Londres, Washington, París, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

En éste rediseño de las áreas de influencia (que, como repito, ahora están basados en el control estratégico de los recursos naturales) tienen en la mira a Siria como primer objetivo, país que (no creo que adivinen) también tiene petróleo en demasía. El segundo objetivo en la mira es Irán, que también tiene como recurso natural principal el petróleo, y también se suma a la lista de probables Venezuela, que “curiosamente” también tiene petróleo en su subsuelo.

Y más curioso aún, resulta la justificación de USA, Inglaterra, Francia y la OTAN para realizar las tres invasiones ya consumadas, y las que quieren realizar: derrocar gobiernos “dictatoriales”, generando guerrillas artificiales financiadas por éstos gobiernos o, bien, por las trasnacionales.

Así, estamos ante el umbral del neocolonialismo del Siglo XXI, donde las potencias realizan invasiones violentas o no violentas (ejemplo de ésto último es México, donde sin necesidad de ingresar un ejército extranjero tienen el control de los recursos naturales del país), pero siempre como fin último el tomar el control de los recursos naturales de un país o región.

La forma de detener ésta expansión geográfica se encuentra agotada, dado que los organismos internacionales creados para ello sólo sirven para legitimar las invasiones y el actual imperialismo. Así, sólo nos queda cambiar ésta realidad a partir de nuestra propia realidad nacional: apoyando gobiernos que defiendan las soberanías nacionales por encima de cualquier interés, y generando Estados fuertes contra las trasnacionales y sus intereses.

De otra forma, sólo nos quedaremos a observar cómo USA, Inglaterra, Francia y la OTAN se apoderan del mundo, mientras somos esclavos en nuestra propia tierra.

Saludos. Dejen comentarios.

Los dueños de la Historia

Hola.

En 1945, los estadounidenses tiraron sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki dos bombas atómicas, las primeras que el mundo haya conocido. 220,000 personas perdieron la vida en un día con dos explosiones nucleares (140,000 en Hiroshima y 80,000 en Nagasaki), lo suficiente para ser calificado como crimen genocida y de lesa humanidad lo hecho por Estados Unidos en Japón. Ésto terminó con la Segunda Guerra Mundial (y comenzó con el intervencionismo de USA en el mundo), y el Presidente de Estados Unidos no fue juzgado, apareciendo en los anales de la Historia como un “héroe”.

En 2001, fanáticos musulmanes secuestran cuatro aviones, para ser estrellados en cuatro objetivos muy claros: el Pentágono, el World Trade Center, y Campo David. Mueren 3,017 personas (entre ellos los 19 secuestradores). Ésto dió comienzo a una “Guerra contra el Terrorismo” y a un sin fín de atrocidades que a más adelante comentaré.

Otro ejemplo: en 1991, Iraq invadió Kuwait con fines expansionistas, y sobre todo, para apropiarse del petróleo kuwaití. USA, la OTAN y diversos países árabes se sumaron para sacar a Iraq de Kuwait, so pretexto de violar la soberanía kuwaití, en lo que se conoce como la I Guerra del Golfo Pérsico. Tras 6 meses, Irak fue expulsado del territorio de Kuwait, y la afrenta le costó un embargo económico que destrozó la economía iraquí y, por otra parte, el derecho de la OTAN a bombardear su país cuantas veces quisieran.

Sin embargo, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, so pretexto de las armas de destrucción masiva (nunca encontradas), de fomentar el terrorismo creando vínculos con Al-Qaeda (tampoco nunca encontrados), y de pertencer al Eje del Mal, USA invadió Iraq en 2003, Con el verdadero trasfondo de adueñarse de su petróleo. Lo mismo pasó en Afganistán con el Gas Natural (2001), y en Libia con su petróleo (en 2011), de la misma forma. Éste último caso, el de Libia, es totalmente aleccionador por su contexto.

En enero de 2011, una rebelión convocada por Facebook y Twitter hizo dimitir al mes siguiente, en febrero, a Hosni Mubarak, dictador egipcio que se mantuvo 30 años en el poder. Pese a todo, el Departamento de Estado de USA trató de mantenerlo en el poder hasta el último momento, hasta que fue imposible mantenerlo, dado que Mubarak era lacayo de los intereses de USA en la región. Incluso, durante la I Guerra del Golfo, Mubarak prestó sus aeropuertos (junto con Jordania) para que la OTAN hiciera uso de ellos, y pudiera bombardear Iraq. Así pues, se fue Mubarak, pero quedó una junta militar que ha cometido los mismos o más graves atropellos en contra de la población egipcia, pero son afines a USA. Aquí se muestra claramente la ley camaleónica: todo cambió para seguir igual (o peor).

Después de ésto, comenzaron a generarse diferentes movimientos sociales similares al egipcio, algunos naturales (como el 15-M, en España), mientras que otros fueron creados artificialmente, con las manos embarradas del Gobierno de USA para intentar derrocar gobiernos no afines a sus intereses.

Así, tenemos movimientos como el Yemenita, el M-15, el movimiento estudiantil de Chile, o las protestas en Inglaterra y Alemania que fueron tratadas de forma diferente (e incluso, medios de comunicación y gobiernos justificaron el uso de la fuerza en contra de manifestantes) y tenemos casos como el libio o el sirio, donde las protestas fueron generadas de la misma forma que en Egipto, por medio de las redes sociales, pero armadas por los agentes de la CIA en esos países.

De ésta manera, mientras eran justificados aquellos leales a USA, eran condenados y satanizados los no alineados. Así, se comenzó a armar y a montar el escenario para la invasión de Libia (y la futura invasión a Siria) que tienen gobiernos opuestos a la ideología e intereses estadounidenses. Y mientras se invade Libia para saquear sus recursos naturales (más el ambicionado petróleo de la región), los medios de comunicación satanizan al “dictador” Gaddafi que protegía los recursos naturales de su país los cuales, por cierto, estaban nacionalizados.

La visión que nos quieren imponer desde siempre es una historia donde existen los “buenos”, que deben vencer a los “malos” (es la propaganda que Hollywood siempre ha querido vender, con mucha efectividad, por cierto), donde los “buenos” son los intereses de USA y aliados, y los “malos” son quienes se oponen a tales intereses.

Sin embargo, lo cierto es que vivimos una nueva etapa colonialista, expansionista e imperialista como no se había visto desde el Siglo XVI y XVII, donde las grandes potencias europeas invadieron América, Asia y África (y donde por cierto, nos impusieron su visión de la Historia, el Eurocentrismo). Sin embargo, reduciendo la Historia a una simple visión de “buenos” y “malos”, los que escriben la Historia, es decir, los “buenos” o, dicho de otro modo, aquellos que tienen el poder y se imponen por la fuerza a los “otros” son aquellos que, además, tienen el control de los medios de comunicación, y nos cuentan “su” visión de la Historia (y de los hechos). Y, además, son los dueños de la Historia, los que decidén qué y cómo nos la cuentan.

Tenemos que comenzar a escribir nuestra propia Historia. La historia de nosotros, de nuestros pueblos. Quitarnos la venda de los ojos, y defender nuestra tierra, nuestra visión del mundo, nuestra propia identidad. La visión homogeneizadora no se detendrá, y así como hoy fue Libia, y mañana probablemente Siria, de la misma forma tenemos que contrarrestar ésta nueva ola expansionista, la cual además tiene un gran refuerzo que no existía hace 300 o 400 años: los medios de comunicación. Si no hacemos algo hoy, no lamentemos el sometimiento el día de mañana.

Saludos. Dejen comentarios.