Deforma energética

Hola.

Dice la Real Academia Española, que deformar es hacer que algo pierda su forma regular o natural. También lo define como tergiversar, siendo esto dar una interpretación forzada o errónea a palabras o acontecimientos.

En el Congreso Mexicano, desde hace algunos sexenios, y aceleradamente durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, no se ha hecho otra cosa que no sea deformar. ¿Y qué deforman nuestros legisladores? Leyes, con el pretexto de reformarlas.

Las reformas neoliberales que han sido impulsadas en los últimos casi 35 años no responden al interés general, a lo que necesidades requeridas por el Pueblo (que representa la mayor parte de éste país). Las leyes han sido rediseñadas conforme al interés de una clase empresarial y política (definida como oligarquía), cuyos intereses representan los de ellos mismos y no los de la mayoría de la población.

Para tal efecto, se han posesionado y secuestrado al gobierno. Mediante una simulación democrática, han logrado controlar al representante del Poder Ejecutivo y su gabinete, han insertado legisladores para modificar las leyes conforme a sus intereses, han logrado generar un clima de impunidad avalado por jueces y magistrados, han controlado la dirigencia de los principales partidos políticos, y han manipulado a la población mediante los medios de comunicación para que exista un respaldo popular a sus agravios.

El paquete de reformas estructurales (que muchas veces se ha insistido en este blog que provienen de cartas-intención con el Fondo Monetario Internacional [FMI], el Banco Mundial [BM], la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos [OCDE] y otros organismos) que ha presentado Enrique Peña Nieto, y que un Congreso maniatado, sometido y timorato ante la figura presidencial ha aprobado sin discusión alguna, no son otra cosa que deformas o, dicho de forma correcta, deformaciones.

La deforma laboral ha sepultado los derechos laborales y el espíritu del artículo 123 por los que se luchó durante mucho tiempo; la deforma educativa ha terminado con la responsabilidad del Estado en la educación pública, laica, gratuita y de calidad, y el espíritu del artículo 3°; la deformación del artículo 130 terminó con el Estado Laico; la deforma financiera ha legalizado el embargo, la retención de sueldos y salarios en caso de deudas por créditos, y la pena corporal (cárcel); la deforma en telecomunicaciones fortaleció a Televisa como monopolio y empresa predominante en el sector, legalizó el espionaje que era hecho ilegalmente por el Estado Mexicano, y permitió la entrada de capital extranjero al negocio de la Radio y TV, antes prohibido; la deforma hacendaria homologó el IVA en la frontera, y legalizó los gasolinazos e, incluso, los intensificó.

Dicho sea de paso, además, que los gasolinazos es una medida impuesta desde el gobierno de Felipe Calderón con el fin de homologar el precio de la gasolina mexicana con el internacional, con el fin de que, una vez que las empresas trasnacionales (como Shell, Exxon, Chevron y Texaco) lleguen al país y abran sus gasolineras, puedan competir contra PEMEX (pues de mantenerse el precio bajo, como era antes, no podrían hacerlo).

Nadie duda hoy que estas deformas fueron realizadas para beneficiar intereses económicos muy poderosos, principalmente extranjeros, y que el Gobierno Mexicano trabaja más como un lobby empresarial que como una entidad dedicada a proteger y priorizar los intereses de sus gobernados.

Pero sin duda, y aún con las graves consecuencias que tienen la deformación de las leyes antes mencionadas, la más grave es la deforma energética.

La madre de todas las reformas, como la han calificado Peña Nieto y su gabinete, es la reforma energética, que en los días pasados ha sido aprobada e impuesta por el Congreso de la Unión por el PRI, en complicidad con el PAN, el PVEM, el PANAL, y con la oposición bipolar voluble simulada del PRD.

Se ha modificado la Constitución en sus artículos 25, 27 y 28 para permitir la inversión extranjera en el sector energético (eso si, repitiendo hasta el cansancio que el petróleo seguirá siendo de la nación, aunque no dicen que en el subsuelo y que, una vez que salga de él, se perderá la propiedad por completo). En las leyes secundarias, han violado por completo el espíritu constitucionalista del artículo 27 y del Decreto de Expropiación Petrolera del General Lázaro Cárdenas, y han puesto y generado las reglas a modo para el capital trasnacional petrolero.

Las nuevas leyes permiten el despojo de las tierras por parte de las empresas trasnacionales para la búsqueda y extracción de petróleo, avaladas por el Gobierno bajo el concepto de “utilidad pública” pero para beneficio privado; no se especifican las tasas de impuestos conforme a los márgenes de utilidad de las empresas extractoras; tampoco existen regulaciones para evitar catástrofes medioambientales que pudieran existir derivado de los procedimientos poco ortodoxos que las empresas petroleras trasnacionales utilizan para obtener el producto (véase el caso Chevron en Ecuador, o el caso Shell en Nigeria) y, finalmente, dejan en un futuro incierto nuestro futuro económico y nuestra viabilidad como nación independiente, convirtiéndonos en tierra de nadie (casi literalmente).

En pocas palabras, la reforma energética da todas las garantías necesarias y no necesarias al capital extranjero trasnacional, y deja sin garantías y en absoluta indefensión a la población en general.

Ningún llamado será atendido. Peña Nieto está pagando con creces a quienes le financiaron su campaña presidencial y aseguraron el regreso del PRI a los Pinos. El PRI está subordinado a los grandes organismos financieros. Penchyna y compañía están entregados a las grandes corporaciones trasnacionales.

La instauración de la corpocracia mexicana es un hecho, acompañada de una oligarquía rapaz y dominante. Felicitemos pues, a aquellos que vendieron el país a cambio de una despensa Soriana, de souvenires del candidato presidencial priísta, de materiales de construcción, de la promesa de un cargo en el gobierno, o de quienes, en medio de su estupidez infinita, no sabían lo que hacían o por quién votaban, pues era más fácil creerle a Televisa, que informarse de lo que había detrás del hombre que, sin remordimientos y tal cual psicópata, ha desgraciado la vida de muchas generaciones hacia adelante.

Estamos en el punto de no retorno. El daño al país está hecho. Y costará muchos años y generaciones revertir el actual proceso de descomposición política, social y económica que está culminando. Que Dios (si existe) nos agarre confesados, porque nos va a cargar el payaso.

Saludos. Dejen comentarios.

ABC de la privatización petrolera

Hola.

Fieles a su tradición, todos los políticos del PRI buscan simular, mediante palabras rebuscadas o conceptos de difícil comprensión para el grueso de la población, sus verdaderas intenciones en cuanto a un tema o postura. No, no es que mientan. Simplemente buscan la forma de decir las cosas de forma elegante, haciendo que una palabra adopte dos o más significados.

Así, cuando se refieren a que PEMEX no se privatizará con la gran reforma energética que Enrique Peña Nieto enviará al Congreso después de las elecciones es totalmente cierto. Y cuando aseguran que los hidrocarburos seguirán siendo de la Nación, también es cierto. Sin embargo, también es cierto que habrá privatización si pasa la contrarreforma energética. Aunque parece que una cosa se contradice con la otra, no es así, pues las tres aseveraciones son ciertas. Explicaré esto.

Primero definiremos qué es el petróleo, la industria petrolera, y PEMEX. El petróleo es una mezcla homogénea de compuestos orgánicos, principalmente hidrocarburos insolubles en agua. Es un recurso natural no renovable y actualmente también es la principal fuente de energía en los países desarrollados. Tiene distintos usos y derivados, entre ellos la gasolina, el plástico, disolventes, fertilizantes, pesticidas y miles de productos de la industria química. Por definición, es el producto base de la industria petrolera, y en el caso mexicano, es propiedad irrenunciable de la Nación. En 2011, México fue el 8º país productor más importante del mundo de éste producto, el petróleo.

La industria petrolera, por su parte, es la industria que procesa el petróleo. Parece pleonasmo, pero no lo es. Ésta industria incluye procesos globales de exploración, perforación, extracción, almacenamiento, refinación, transporte (buques petroleros, camiones, oleoductos), distribución, venta y comercialización del petróleo. La industria petrolera puede ser propiedad pública (a cargo del Estado), privada (con uno o varios dueños, autodenominados socios, y generalmente conocidos como empresarios o, en su forma más moderna, “emprendedores”), o mixta (es decir, se combinan capital privado y pùblico en una empresa, donde el porcentaje depende de la cantidad de acciones que tengan el Estado y sus socios privados).

Finalmente, definiremos qué es PEMEX. PEMEX son las siglas de PEtróleos MEXicanos, una empresa paraestatal creada tras la expropiación petrolera decretada por el General Lázaro Cárdenas del Río, en 1938. PEMEX es un conjunto de trabajadores, bienes, inmuebles, fierros, maquinaria, transportes (marítimos y terrestres), ductos, y demás activos que tiene en su propiedad. También PEMEX es la empresa que, por mandato constitucional, es la única facultada en el país para procesar el petróleo. Es decir, es un monopolio público estatal de la industria petrolera nacional (y no por ser monopolio es malo, pues es una empresa pública; los monopolios dañinos son, de hecho, los monopolios privados). En 2011, fue la 8ª empresa con mayor producción de petróleo en el mundo. Es decir, de todas las empresas petroleras públicas, mixtas y privadas que existen en el mundo, PEMEX fue el 8º productor, procesador y vendedor de petróleo en el mundo. Nada mal para una empresa con tanta corrupción y atraso tecnológico.

Ahora bien, ya definido qué es el petróleo, la industria petrolera, y PEMEX, explicaremos el doble lenguaje utilizado por Enrique Peña Nieto y los priístas cuando realizan aseveraciones con respecto a su contrarreforma energética.

Peña Nieto dice que no habrá cesión de los hidrocarburos, pues éstos seguirán siendo propiedad irresticta e irrenunciable de la Nación. Partiendo del entendido que hace el artículo 27 constitucional, de que el subsuelo y todo lo que existe en él, incluyendo el petróleo y los hidrocarburos es de la Nación, el petróleo es y seguirá siendo parte de la Nación, y en consecuencia la propiedad de los hidrocarburos seguirá siendo Estatal.

Peña Nieto dice que PEMEX no será privatizada. Es cierto. En el esquema planteado por Peña Nieto, no necesitas no ceder la propiedad de los hidrocarburos, ni la propiedad de la empresa PEMEX a manos privadas para privatizar. En ese entendido, la propiedad de PEMEX como empresa seguirá siendo de la Nación.

Sin embargo, en la contrarreforma actual no se está planteando la privatización del petróleo ni de PEMEX, sino de la industria petrolera en su conjunto. Realizando la reforma al artículo 27 constitucional (tal y como se advierte en los puntos 55-60 del Pacto por México) para que los privados puedan tener concesiones en el ramo petrolero, no es necesario vender PEMEX, ni ceder la propiedad estatal, sino simplemente concesionar su exploración, perforación, extracción, almacenamiento, refinación, transporte, distribución, venta y comercialización del petróleo a manos privadas. Dicho de otra forma, se cederá la cadena productiva del petróleo a particulares, algo actualmente prohibido por la constitución. Y de nada nos sirve mantener la propiedad del petróleo en el subsuelo, ni la propiedad de la nación sobre PEMEX, si en realidad lo importante y sustancial de todo, que es la industria petrolera es vendida o regalada a particulares nacionales o extranjeros.

Los tan invocados “contratos de riesgo” que firmaría PEMEX con empresas trasnacionales privadas (como Exxon, Mobil, Shell, Texaco, Chevron, Repsol y British Petroleum), donde éstas empresas “compartirían” el riesgo de realizar la cadena productiva junto a PEMEX, es sólo una máscara simuladora para ceder ganancias que actualmente no reciben dichas empresas porque constitucionalmente están impedidas para participar en el negocio del petróleo en México, y que sólo recibe PEMEX sin repartir a nadie (lo cual no está mal, por cierto).

La “apertura” que estarían realizando de PEMEX no es en PEMEX, sino en la industria petrolera. En la cadena productiva del petróleo. Es dejar que empresas privadas ajenas a PEMEX entren al negocio del petróleo. Es privatización pura y simple. Y la privatización implica que el 100% del dinero que iba a una empresa pública, con lo que se construían hospitales, carreteras, escuelas, alumbrado público, y demás, ahora irán a parar al bolsillo de unos cuantos empresarios que (obviamente) no lo repartirán, sino que sólo amazarán y agrandarán sus fortunas.

La contrarreforma energética planteada por el PRI, Peña Nieto y el Pacto por México (donde además están el PAN y el PRD) propone privatizar (o “abrir”, utilizando el lenguaje peñista) la exploración, perforación, extracción, almacenamiento, refinación, transporte, distribución, venta y comercialización del petróleo. Y que además, el petróleo que se encuentra en las aguas profundas del Golfo de México sea extraído por las grandes empresas petroleras trasnacionales en exclusividad, dado que PEMEX no cuenta con la tecnología necesaria para realizar extracción en aguas profundas y, además, resulta más barato cederle a otros el 100% de las ganancias por la extracción de éste petróleo, que en comprar la tecnología necesaria para hacerlo, y que ese 100% de ganancias vaya al Pueblo de México.

Y para simular éste gran atraco, dejarán a PEMEX con exclusividad de extracción en los yacimientos terrestres (los cuales se están acabando) y los de plataforma marina continental baja (que igual, ya se están acabando).

Sin embargo, existe un remanente que, derivado de la privatización de la industria petrolera, ya no se generaría para gasto público social, sino que habría un faltante, pues actualmente PEMEX aporta 40 centavos de cada peso del presupuesto federal que descenderían si la industria petrolera ya no es exclusividad de la Nación. Éste faltante se cubriría con una gran reforma hacendaria que subiría el IVA del 16 al 21%, y además se homologarían (es decir, pagarían parejo) productos que actualmente no pagan IVA, como los alimentos, medicinas, libros y educación, que están exentos de IVA.

Así, la privatización de la industria petrolera mexicana no nos conviene a nadie. Solamente beneficiaría a unos cuantos políticos que seguramente ya son socios de alguna empresa petrolera trasnacional, a los empresarios dueños de esas empresas trasnacionales, y a los países industrializados que actualmente tienen problemas para conseguir petróleo (y que sólo a base de invasiones lo consiguen). Europa y USA se salvarían de su crisis (inevitablemente), pero a costa nuestra.

Sin embargo, la industria petrolera mexicana sólo podrá defenderse y mantenerse cmo propiedad de la Nación si existe la movilización y acciones suficientes como para detener éste gran robo que se pretende hacer a México después de las elecciones del próximo 7 de julio. Y de no defenderse, no habrá tarjeta Soriana suficiente que saque del atraso, la pobreza y la miseria a éste país después de que nos hayan despojado de todo, pues las industrias petrolera y eléctrica es lo único que nos queda como Patrimonio Nacional.

Si no lo defendemos, seremos en definitiva una colonia simulada, esclavos en nuestra propia tierra, y estaremos a merced de los designios de un pequeño grupo de gente oligarca viviendo en otra parte, pero con el poder suficiente para hacer, en el momento que quieran, de México S.A. una franquicia transferible y desechable.

Saludos. Dejen comentarios.

Consumatum Est

Si eres neutral en situaciones de injusticia has elegido el lado del opresor
Desmond Tutu

La imposición se ha consumado.

Quien crea que Enrique Peña Nieto no fue una imposición, es porque no ve lo evidente: 5 millones de votos comprados mediante despensas, tarjetas Soriana, material de construcción, gallinas, patos, becerros, enseres, dinero en efectivo, y un innumerable etcétera.

No puede existir una verdadera democracia ignorando lo anterior, puesto que al ser comprado, vendido, coaccionado o amenazado el voto, no es un voto que se realiza bajo una de las premisas básicas de la democracia, que es la libertad de consciencia para votar por quien deseas, quieras, simpatizas, o piensas que puede llevar a tu país a buen puerto.

Enrique Peña Nieto no actuó solo. Es sólo el títere del titiritero que baila al ritmo que marca la mano que mece la cuna.

El titiritero son aquellos visibles que lo rodean: Luis Videgaray, Carlos Salinas de Gortari, el PRI, Elba Esther, el duopolio Televisa-Azteca, el Consejo Coordinador Empresarial, los 30 grandes oligarcas que dominan y mandan en éste país.

La mano que mece la cuna es peor, pues es invisible y más devastadora: empresas trasnacionales de todo tipo (Coca-Cola, Nestlé, Monsalvo, Danone, Kimberly-Clark, Blackberry, y otro sinfín etcétera); grandes petroleras (Exxon, Shell, Mobil, Chevron, Texaco, British Petroleum); consorcios mediáticos (Televisa Networks, Disney, News Corporation, Time-Warner, NBC-Universal, Fox, CBS); gobiernos nacionales, sobre todo del G-8 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia).

Y finalmente, el cuerpo de la mano que mece la cuna: el Grupo Bilderberg, la Comisión Trilateral, el Vaticano, el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Organización Mundial del Comercio (OMC), Foro Económico Mundial (Davos World Economic Forum), Buró Federal de Investigación (FBI), Agencia Central de Inteligencia, (CIA), Comisión Europea, bancos centrales.

Los mecanismos son evidentes: la política económica neoliberal, reformas y ajustes estructurales, cartas-intención, créditos impagables, pandemias, sanciones económicas, provocadores, intervenciones, guerrillas subvencionadas, grupos de mercenarios, invasiones, delitos de lesa humanidad.

¿Cómo lo hacen? Creando gobiernos a modo: dictaduras, gobiernos-satélite, golpes de estado, derrocamientos, apoyo irrestricto a candidatos de la derecha, mediocracia, telecracia, imposiciones, fraudes electorales.

Por eso, quien crea que Enrique Peña Nieto no fue imposición, es porque no ve lo evidente.

La imposición se ha consumado.

El destino final

Hola.

El día de hoy fue aprobada la Reforma Laboral de Calderón en la Cámara de Diputados, con una alianza final del PRIAN (y donde Acción Nacional traicionó al PRD, con quien se había comprometido a frenar las iniciativas retrógradas priístas), y con la cual, dadas las cosas, será también aprobada en el Senado de la República.

Ya lo he dicho en otras ocasiones que éstas reformas no responden ni siquiera a una iniciativa de Peña Nieto al respecto (incluso, dudo que Peña Nieto tenga iniciativa para algo, pero eso es otra cosa), sino que responden a una serie de reformas estructurales redactadas y dictadas desde Washington, consensadas por el G-8, y puestas en práctica por el G-20, cuyo fin último es la profundización del modelo económico neoliberal y del sistema capitalista, no importando las consecuencias de sus imposiciones. Sin embargo, ésta contrarreforma laboral no es la única ley que deberá ser aprobada dentro del paquete de reformas estructurales. Ya se vislumbra en el horizonte por lo menos dos más: la reforma fiscal, y la reforma energética.

La reforma fiscal que Peña Nieto estaría enviando al Congreso durante el próximo periodo de sesiones tiene como fin último gravar todos los productos (incluyendo alimentos, medicinas, libros y educación, que actualmente están exentos) con el IVA (Impuesto al Valor Agregado). En días anteriores, José Ángel Gurría -Secretario General de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), y que también es ex-Secretario de Hacienda del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, o sea, priísta- “recomendó” al gobierno de Peña Nieto homologar el IVA al 19% “general, sin excepciones, sin tasa cero y sin diferencias en las fronteras” (Recomienda OCDE a gobierno de Peña homologar IVA a 19%. Martes 06 de Noviembre de 2012. http://redaccion.xhglc.com.mx/?p=6830).

Sin embargo, existe información de que ésta cifra sería el aumento conservador, por decirlo de alguna forma, porque existen especialistas (y López Obrador) que dicen que la meta es subirlo y homologarlo al 22%. Ésto, aunado a la pérdida anual del poder adquisitivo de los trabajadores en cuanto al salario mínimo, sumado con la reforma laboral recién aprobada, sería un desastre.

Por otra parte, la reforma energética que también estará presentando Peña Nieto ante el Congreso es tramposa y engañosa. Se maneja el doble discurso de no privatizar PEMEX (como empresa), pero se pone a disposición de las trasnacionales el petróleo (es decir, el producto que trabaja PEMEX en sus diferentes formas: exploración, perforación, extracción, procesamiento y distribución) y la renta petrolera (es decir, las ganancias del producto petrolero), en una clara y absoluta privatización.

De nada le sirven a la nación tener una red de gasolineras que están concesionadas y que lo único que pertenece a PEMEX es la imagen corporativa (pues la venta de las gasolinas las obtienen los concesionarios y no PEMEX), así como tampoco servirá de nada tener la rectoría sobre un montón de instalaciones, fierros, líderes sindicales y trabajadores cuando lo que debería generar PEMEX, que (vuelvo a repetir) es la exploración, perforación, extracción, procesamiento y distribución no lo va a hacer, y se quedará parte del producto en manos de Shell, Exxon, Mobil, Chevron, Texaco, British Petroleum, y demás empresas petroleras voraces.

Éstas contrarreformas (desde mi punto de vista) pasarán sin problemas, pues habrá manifestaciones en las calles, pero no contundentes, la sociedad en general no se movilizará, e incluso compartirán la idea de que así tiene que ser. La muestra me la han dado dos situaciones: la venta del voto y la votación a favor de Enrique Peña Nieto (para lo cual la memoria histórica no fue un factor de cambio), y la casi nula movilización de la sociedad civil ante la aprobación de una reforma laboral que afectaba sus intereses directos, y ante la cual no hubo la respuesta que tendría que existir.

Yo no soy de los optimistas que espera en que el Pueblo reaccione en éste momento, dado que si no reaccionó con los dos hechos mencionados anteriormente, no hay razón por la que ahora lo haga.

El destino final, sin duda será el parecido al de Argentina en 2001, donde en ése momento las contrarreformas neoliberales y las recetas dictadas desde el exterior (Washington, en concreto) y que llegaban con recomendaciones vía el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial se hicieron insostenibles, entonces la economía se cayó, y fue hasta ese momento (cuando los argentinos ya habían perdido todo, y no tenían ni para comer) que entonces reaccionaron, cambiaron el gobierno, la clase política y la política económica, y entonces comenzaron una espiral cuesta arriba. Yo espero que ese sea el mejor escenario para México.

El otro es mucho peor, y es parecido al caso chileno, donde lograron deponer al dictador Pinochet después de muchos muertos, pero jamás cambiaron la política económica, pese al cambio de gobierno y de clase política. Y una nueva generación les ha venido a enseñar a luchar a aquellos adultos que se conformaron con sólo la alternancia en el poder. Sin embargo, la lucha que ha dado ésta nueva generación en Chile no ha conseguido ablandar, en lo más mínimo, al modelo neoliberal enquistado, en gran parte por el origen de Piñera, pero en gran parte también porque esa socialdemocracia que gobernó con Bachelet no hizo los cambios necesarios que necesitaba el país porque no se atrevieron, o porque así les convenía.

De ser el segundo escenario para México, tendrá que pasar mucho tiempo antes de que las cosas verdaderamente cambien. Pero, para entonces, quien sabe si México siga existiendo como país soberano, si seamos un protectorado más, una colonia formalmente reconocida, o bien un estado más de el país de las estrellas.

Saludos. Dejen comentarios.