El regreso del Cóndor

Hola.

Los procesos de independencia de los diferentes países de América Latina que comenzaron hace dos siglos, en un principio no fueron iniciados como una forma de independizarse del yugo español. Hidalgo, San Martín, Miranda, no preveían la formación de Estados Nacionales, tal y como lo vemos hoy, sino únicamente luchaban por el reconocimiento de los derechos que, como criollos (descendientes de españoles nacidos en América Latina) no tenían. Dicho en palabras de Marx, luchaban por sus propios intereses de clase.

Fue gracias al surgimiento de figuras como Morelos, en México, o Bolívar, en Sudamérica, que la lucha se tornó independentista, y para librarse dela opresión colonizadora. Y lo consiguieron: se quitaron el yugo español, pero continuaron las prácticas coloniales, ahora en manos de los criollos.

Eso permitió la apropiación y concentración de la tierra en pocas familias, que eran propietarias de una gran cantidad de hectáreas, mientras que el Pueblo, los indígenas, lo menos favorecidos continuaron en el esquema de explotación y sumisión ante la nueva oligarquía.

Esa nueva oligarquía se fue transformando: algunos continuaron en el sector agropecuario, otros fueron inclinándose hacia el sector industrial (siempre a la sombra de las trasnacionales estadounidenses o extranjeras), y después de mediados del siglo pasado, algunos evolucionaron hacia el sector servicios.

Sin embargo, esta transición a un Capitalismo incipiente en América Latina (y reitero: Capitalismo incipiente, porque ni la industria ni los servicios se han desarrollado como en las grandes potencias y, por la otra, América Latina sigue siendo proveedor de materias primas hacia los grandes países industrializados, cumpliendo el mismo rol de África en la economía global) conllevó a otro problema: el acaparamiento del poder político por parte de las mismas familias que primero acapararon el poder económico, creando a esa nueva oligarquía que mencioné anteriormente.

Así, la oligarquía creó farsas democráticas, es decir, un sistema político con elecciones donde participa el Pueblo, pero donde las diferentes opciones están conformadas por personajes de la misma oligarquía, de tal forma que no importando la opción que se elija, el rumbo y destino de la Nación siempre será el mismo, pues al final, convergen y coinciden en los mismos intereses de clase.

Eso permitió que, por citar el caso mexicano, existieran figuras como Porfirio Díaz, que gracias a esa oligarquía permaneció en el poder más de 30 años, o que tras la traición a la Revolución Mexicana y la derechización del Partido Oficial durante los sexenios de Ávila Camacho y Miguel Alemán, comenzaran las alianzas y concesiones con la clase que la misma Revolución combatió, que tras la imposición del neoliberalismo en 1985, acapararon el poder político y económico como nunca antes.

Sin embargo, como cualquier sistema político, las farsas democráticas tienen huecos que han permitido que, mediante años de lucha y emancipación, se hayan logrado filtrar (y ganar) candidatos que responden a las necesidades del Pueblo, y que en muy poco tiempo, han tenido que desarticular los sistemas políticos impuestos en los diferentes países de América Latina por parte de las oligarquías, para crear nuevos que no estén atados a las viejas inercias del pasado.

Así, a lo largo del Siglo XXI, han habido dos grandes olas de gobiernos progresistas en América Latina: la primera, de 1999 a 2012 aproximadamente, en las que figuras como Hugo Chávez, Lula Da Silva, Evo Morales, Rafael Correa, y Néstor Kirchner llegaron a la Presidencia, y comenzaron a hacer grandes reformas que permitieron reconfigurar el sistema.

Sin embargo, bien dice Rafael Correa, que en América Latina, ganar la Presidencia no garantiza ganar el poder político, y así fue. Varias veces, en este espacio, he mencionado los eventos que tuvieron que enfrentar estos gobiernos progresistas contra una derecha que no quedó contenta en perder el poder político, y que gracias a sus alianzas con gobiernos extranjeros como el estadounidense, generaron acciones de desestabilización, que nunca prosperaron más allá de lo anecdótico.

Es más o menos en este contexto que se da el fraude electoral de 2006 contra López Obrador. En ese sentido, podríamos asegurar que este fraude conllevó intereses geoestratégicos, sobre todo de Estados Unidos.

Tras la primera ola de gobiernos progresistas, vino la reacción de la reacción. La derecha comenzó a infiltrar a los partidos de Izquierda, y llevaron a cabo dos estrategias: ganar las elecciones con candidatos de derecha disfrazados de Izquierda, como el caso de Lenin Moreno en Ecuador en 2017; o crear golpes parlamentarios, como en Brasil con Michel Temer contra Dilma Rousseff en 2014.

El triunfo de Andrés Manuel López Obrador en 2018 revitalizó a las fuerzas progresistas en América Latina, y sentó las bases para la segunda ola. Alberto Fernández, Lucho Arce, Lula Da Silva en su segundo período, Pedro Castillo, Gustavo Petro, y Gabriel Boric (con todo y las reservas para este caso, dado sus actitudes contra los régimenes cubano y venezolano) han logrado que casi todo el continente, como nunca antes, existan gobiernos de Izquierda.

Sin embargo, no todo puede ser miel sobre hojuelas. El Imperialismo yanqui, con sus cómplices de la derecha latinoamericana, han generado las condiciones para un embate en contra de estos gobiernos, en la búsqueda de recuperar el poder político que les fue arrebatado en las urnas. El triunfo de Lucho Arce en Bolivia fue antecedido por un golpe de Estado contra Evo Morales encabezado por la dictadora Jeanine Añez en 2019. El triunfo de Gustavo Petro se dio pese a la conjunción y conspiración de todas las fuerzas políticas y mediáticas de derecha. Gabriel Boric se enfrentó al rechazo de la nueva Constitución que el nuevo gobierno propuso en Chile, mostrando que el Pinochetismo se niega a morir. Y recién, Cristina Fernández de Kirchner, actual vicepresidente de Argentina, acaba de sufrir un impeachment disfrazado.

En México, Andrés Manuel López Obrador ha tenido que sortear con intentos pírricos de organización por parte de la derecha, a los cuales ha frenado gracias a su capacidad de movilización popular, a la mayoría que tiene en el Congreso y gracias a la cual puede seguir impulsando proyectos de gobierno, y a la capacidad de comunicación que tiene con la población en general.

Sin embargo, la derecha ha logrado aglutinarse para impedir reformas estructurales del Presidente, como la Reforma Eléctrica (defendiendo los intereses de las empresas trasnacionales), o bien con la Reforma Electoral, que si bien es cierto, fue aprobada con la modificación de todas las leyes secundarias en la materia, no pudo realizarse el gran cambio constitucional que requería el sistema electoral para ser reformado en su totalidad.

Sin embargo, nada se acerca a la canallada que le hicieron a Pedro Castillo, maestro rural que ganó las elecciones en Perú el año pasado. Desde el principio de su gobierno, Pedro Castillo no fue bien recibido por la oligarquía peruana, la cual comenzó un clima de hostigamiento y persecución en contra del Presidente.

Recientemente, Castillo sufrió un golpe de Estado en su contra, gracias a la alianza de su vicepresidente (infiltrada, como el caso de Temer en Brasil, o de Lenin en Ecuador) con la oligarquía, el fujimorismo, la derecha parlamentaria y el ejército, sin tener ni un solo cargo en su contra, detenido por su propia guardia personal, e incomunicado ilegalmente. La situación política en Perú ha sacado a la población a las calles, defendiendo a su Presidente, y el gobierno de facto ha sacado a la policía y al ejército para reprimir al Pueblo.

No sabemos qué vaya a pasar ante el complicado escenario que se vive en Perú, pero lo cierto es el Cóndor ha regresado, y está más vivo que nunca. El mismo Cóndor, por cierto, que nació de la Escuela de las Américas que Estados Unidos, por medio de la CIA, implementó en Panamá tras la Segunda Guerra Mundial para contrarrestar los movimientos marxistas y de Izquierda en América Latina, y que después se institucionalizó como Plan Cóndor por parte de las dictaduras militares de los 70’s y 80’s en Sudamérica.

Hasta ahora, el Cóndor había cambiado de estrategia, y se había limitado a crear golpes blandos, e impeachments parlamentarios. Pero en los últimos 3 años, ya tiene dos golpes de Estado en su historial: el de Bolivia de 2019, y este reciente, de Perú, en 2022.

Dice Joaquín Sabina, que el otoño duró lo que tarda en llegar el invierno, y ante la aparición del Otoño Latinoamericano en 2019 (El Otoño Latinoamericano, https://www.hglc.org.mx/blog/2019/10/26/el-otono-latinoamericano/), la derecha entreguista ha traído el frio invierno a nuestra región, aunque de repente se olvidan que, como dijo Pablo Neruda: “podrán cortar todas las flores, pero no impedirán que llegue la Primavera”.

Así pues, es importante estar alertas ante el embate de la derecha, del Cóndor, en todos y cada uno de nuestros países, y evitar que nos arrebaten la esperanza. Que no puedan quitarnos por la fuerza lo que no son capaces de ganar en las urnas.

Para esto, siempre será fundamental recordar las palabras de Salvador Allende: “la Historia es nuestra, y la hacen los Pueblos”.

El triunfo de la reacción es moralmente imposible.

La Hora de la Verdad

En La Revolución Interrumpida, Adolfo Gilly plantea que, desde el punto de vista marxista, la Revolución Mexicana es una revolución interrumpida en su curso hacia su conclusión socialista. Es la aplicación de la teoría de la revolución permanente a todo el ciclo revolucionario de México desde 1910, como parte del ciclo mundial de la revolución proletaria abierto definitivamente con la victoria de la revolución rusa y el establecimiento del Estado obrero soviético. Gilly asegura que la base teórica de esta concepción esta en la teoría marxista de la revolución permanente (Gilly, 1971).

¿Porqué Gilly considera que la Revolución Mexicana fue interrumpida? Porque no alcanzo la plenitud de los objetivos socialistas potencialmente en ella contenidos, pero tampoco fue derrotada; que no pudo continuar avanzando, pero sus fuerzas no fueron quebradas ni dispersadas ni sus conquistas esenciales perdidas o abandonadas. Dejó el poder en manos de la burguesía, pero le impidió asentarlo en bases sociales propias; le permiti6 un desarrollo económico, pero le impidió un desarrollo social. Dejó en cambio en las manos y en la cabeza de las masas una seguridad histórica inextinguible en sus propias fuerzas, en sus propios métodos, en sus propios hombres, en sus propios sentimientos profundos de solidaridad y fraternidad desarrollados, probados y afirmados en la lucha, en el trabajo y en la vida cotidiana. Entonces se mantuvieron vivas, en la conciencia de las masas y en sus conquistas esenciales, la revolución y la posibilidad de continuarla. Eso fue después el periodo de Cárdenas (Gilly, 1971).

Gilly asegura que la pequeñaburguesía antimperialista (técnicos, maestros, profesionistas, intelectuales, estudiantes, militares, oficinistas, etc.), continuadora de la que contribuyo en primera línea con sus hombres e ideas a la revolución, cuyo nacionalismo se orienta bacia las ideas socialistas –como ya sucedió en el cardenismo–y que tiene en las empresas estatizadas una base material que la sostiene y la genera incesantemente: es toda la población trabajadora de México la que comparte, de uno u otro modo, la idea verdaderamente nacional de que no hay que hacer una nueva revolución, sino continuar y completar la que fue interrumpida al final del periodo de Cárdenas (Gilly, 1971).

Desde ese punto de vista, podríamos teorizar que la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, implica la continuación de esa Revolución Interrumpida en dos ocasiones (como el mismo Gilly lo menciona), pero con varias salvedades. La Revolución Interrumpida, en principio, tardó 78 años en continuar, y en condiciones totalmente distintas a las existentes previas a su interrupción: un Estado fallido, instituciones destruidas por el régimen anterior, un modelo económico elitista y excluyente como fue el neoliberalismo, una crisis de gobernabilidad generada por la violencia heredada de los dos sexenios anteriores, el deterioro profundizado del tejido social, y con la base industrial estatal creada durante el Desarrollo Estabilizador totalmente privatizada o saqueada (como en los casos de PEMEX y CFE), entre otros factores.

Por si fuera poco, cuando comenzó a implementarse el Plan Nacional de Desarrollo de López Obrador, la aparición de la peor pandemia de los últimos 100 años, ocasionó que todos los planes existentes cambiaran, cuando se cerró la economía y se obligó a reorientar una gran parte del presupuesto en la adquisición de equipo médico y vacunas para combatir esta enfermedad que no ha terminado de irse.

Sin embargo, hoy se presenta uno de los retos más importantes que ha tenido nuestro movimiento: la renovación de la estructura interna de MORENA, el partido que logró la continuación de la Revolución Interrumpida, y que fue la plataforma programática con la cual López Obrador llegó a la Presidencia de la República.

A diferencia de los dos procesos anteriores (2012 y 2015), en esta ocasión se juega el control de la estructura formal del partido, de cara a las próximas elecciones de 2024, donde se elegirá Presidente de México, Senadores y Diputados Federales, sin olvidar los procesos locales en varias entidades del país.

En ese entendido, existen diferentes bloques que, conforme a sus intereses, buscarán tener el control de la nueva estructura de MORENA: por una parte, los ex-militantes del viejo régimen, de los viejos partidos, advenedizos, arribistas y oportunistas, que buscarán apropiarse de la estructura de MORENA para intentar recuperar sus privilegios perdidos en estos 4 años; por otra, representantes de elección popular activos o anteriores (Diputados Federales y Locales, Senadores, Presidentes Municipales, Alcaldes, Síndicos, Regidores), y funcionarios públicos o parte de equipos de transición, que buscan acaparar más poder del que ya tienen, cuyos fines son personales pero no colectivos, que traen a López Obrador en la boca pero no en sus acciones, y totalmente ajenos al ideario obradorista, quien les pidió renunciar a los cargos que actualmente tienen para poder estar dentro de la estructura partidista, llamado al que hicieron caso omiso; y finalmente, con los verdaderos militantes, los militantes de a pie, denominados fundadores, que fueron quienes construyeron el partido en 2012 desde abajo, ensuciándose los zapatos, tocando puertas, invitando a gente a participar y, sobre todo, quienes creyeron en un principio en el proyecto obradorista, y que se contaban con la palma de la mano.

Sin embargo, paradojas de la vida, estos últimos son los más proclives a ser excluidos en este proceso electoral: al no tener con la capacidad de movilización corporativa ni el capital utilizado en ello que los dos primeros bloques, ni tampoco coincidir con las prácticas que tienen muchos personeros del viejo régimen (compra del voto, coacción, engaños), así como su incapacidad para ponerse de acuerdo en propuestas que combatan a los neomorenistas (no en balde, tan solo en Hidalgo hubo 1,387 candidatos a Consejeros Estatales), por lo cual es muy probable que el partido sea arrebatado a sus militantes originales y quienes mantienen el espíritu genuino del obradorismo, por personajes que solo ven a MORENA como un trampolín para sus intereses políticos personales, totalmente ajenos a la ideología obradorista y a la Cuarta Transformación.

A diferencia de muchos procesos políticos y sociales, si existe un responsable de la actual crisis y debacle que se presenta en MORENA: John Ackerman. Durante todo el 2022, Ackerman se dedicó, por medio de la Convención Nacional Morenista, a azuzar a las bases para generar “una renovación de las estructuras políticas de MORENA”, que desde su punto de vista, se habían aletargado indebidamente. Su movimiento logró presionar a tal punto, que los órganos formales de MORENA que fueron conformados en 2015 generaran la convocatoria de renovación de los órganos internos del partido, algo totalmente innecesario, sobre todo, porque se había logrado contener la entrada de personajes políticos nefastos a la estructura partidaria (que no fue el caso de muchas candidaturas locales).

Paradójicamente, la Convención Nacional Morenista, que buscaba devolver el Partido a las bases, terminará arrebatándoselo a ellas, resultando más caro el caldo que las albóndigas, pues la verdadera base pocos espacios lograrán en este proceso de renovación estructural partidista. Era preferible una estructura aletargada, pero con compañeros que construyeron el movimiento, a una estructura secuestrada por intereses ajenos a nuestro partido.

Así, se cumplirá una de las máximas sociológicas, que indican que todos los partidos tienden a la burocratización, oligarquización y sectarización. Y MORENA no es ajeno a este proceso indeseable, pero natural.

Estamos ante un parteaguas histórico en la lucha por nuestro país. El futuro del Proyecto Alternativo de Nación, de MORENA, y de una nueva interrupción de la Revolución Interrumpida, están en juego ante el embate que buscarán, sin duda, la apropiación de la estructura y del aparato de la única opción existente contra la oligarquía y la derecha para decidir el destino y las decisiones importantes: el 2024.

Llegó la hora de la verdad. Sin duda, la disyuntiva es apostar a la continuidad del obradorismo, o un retroceso hacia el neoliberalismo. Lo demás es mera simulación. Y de simuladores está lleno el proceso actual.

Lecciones desde Bolivia

Hola.

Recién el día de ayer, mencionaba que actualmente tenemos un campo de batalla en América Latina. Hoy lo confirmamos.

La renuncia de Evo Morales no se da por voluntad propia. No se ha debido tampoco a un proceso revolucionario del pueblo boliviano contra una tiranía. Por el contrario: se debe a una acción militar y policial concertada, en la cual el Presidente Morales fue obligado a abandonar el cargo tras la presión constante de la derecha boliviana, a la cual no le interesó nunca el proceso el proceso electoral que culminó el pasado 20 de octubre, sino de tomar por asalto el poder en Bolivia a costa de lo que sea.

Cabe señalar que Evo, en todo momento, intentó salvaguardar el proceso democrático: aceptó la auditoría de la OEA (organismo supranacional títere de los estadounidenses), convocó a nuevas elecciones, y dimitió obligado para que no hubiera más derramamiento de sangre. La oposición fue, quien en todo momento, se opuso a todas las medidas antes mencionadas.

Como sucedió a lo largo del Siglo XX en América Latina, los golpes de Estado no vienen solos. Siempre van de la mano de la CIA y de USA. No en balde el propio Morales dijo en varias ocasiones que «el único país que puede estar seguro que nunca va a tener golpes de estado es Estados Unidos, porque no tiene embajada estadounidense».

Por supuesto, siempre acompañan este tipo de acciones las derechas entreguistas, las oligarquías locales, y toda una embestida mediática por parte de los grandes corporativos informativos que se convierten en cómplices, los cuales tienen una línea editorial única, impuesta desde Washington, y buscan desacreditar cualquier voz disidente en este proceso.

Desde hace años llevo escribiendo sobre la puesta en marcha de un Plan Cóndor 2 (al que denominé Plan Condor reloaded, https://www.hglc.org.mx/blog/2013/06/23/plan-condor-reloaded/), que tiene como finalidad última acabar con todos los movimientos sociales y gobiernos progresistas de la región.

Las lecciones que nos llegan desde Bolivia para el caso mexicano (y no sólo desde ahí, sino que es un modus operandi en general que ha sido aplicado en varios países), son varias:

  1. Los gringos nunca serán amigos. No importa cuándo leas esto;
  2. Cualquier gobierno de Izquierda que apoye a los pobres y someta a la oligarquía siempre será susceptible de sufrir un golpe de Estado;
  3. No importa el tiempo que se tarden en configurar el golpe de Estado, ya sea blando o tradicional. Siempre lo intentarán, indiscutiblemente;
  4. Cualquier proceso electoral en un gobierno de Izquierda siempre podrá ser ocupado por la derecha para cuestionar la legitimidad del sistema democrático de cualquier país;
  5. No importa el respaldo popular que se tenga: Evo Morales ganó su última reelección con el 47.08%, y sin embargo, esto no fue obstáculo para que la derecha continuara con su golpe de Estado que había fraguado semanas antes;
  6. Cualquier proceso golpista debe contar siempre con el respaldo irrestricto de los corporativos mediáticos, quienes utilizan sus herramientas favoritas (desinformación y manipulación) para cambiar la perspectiva de la población. Hacen amar al opresor sobre el oprimido; y
  7. Siempre habrá infiltrados en todos los procesos revolucionarios (nos lo demostró Brasil, nos lo confirmó Ecuador, y lo estamos viviendo en México), que a nombre de la Revolución trabajan con los poderes fácticos, y se vuelven colaboracionistas con los intereses de estos poderes, debido a su propia ambición personal.

Es importante aprender bien estas lecciones, pues en México muchas compañeras y compañeros no han entendido ni dimensionado nuestro papel en la Historia, y el papel importantísimo que tienen en este proceso de transformación que estamos viviendo.

Por el momento, el Gobierno de México si lo ha hecho, y se ha pronunciado en contra del golpe de Estado en Bolivia, y ha ofrecido asilo político al ex-Presidente Evo Morales. Sin embargo, desde Bolivia han alertado que la policía quiere encarcelar a Evo, y más que otra cosa, en este momento la prioridad debe ser salvaguardar la integridad de Morales y de muchos dirigentes del Movimiento al Socialismo.

El fascismo extiende sus fauces hacia Bolivia, la derecha en América Latina está de manteles largos, los neoliberales se frotan ya las manos,  y en Washington festejan una gran victoria (para ellos). Se recrudecerá el campo de batalla que actualmente es Latinoamérica, donde efectivamente, los dos proyectos (el imprerialista y el autogestivo) se están enfrentando cara a cara y de forma brutal, y donde está en juego no solo las soberanías nacionales, sino los recursos naturales, geopolíticos y estratégicos.

El Siglo XXI latinoamericano se está configurando como una lucha entre la independencia real de los Pueblos, y el sometimiento ante los intereses trasnacionales imperialistas. Esas son las lecciones que nos deja, desde Bolivia, el Otoño Latinoamericano para la reflexión y el aprendizaje.

De nosotros depende repetir o no, en México, la Historia en forma de tragedia o de farsa.

Saludos. Dejen comentarios.

El campo de batalla

Hola.

En estos días, en América Latina estamos viviendo un fenómeno sumamente peculiar, pero de una gran trascendencia hacia el futuro. Estamos siendo testigos de cómo se están disputando, en elecciones, en los Congresos, en medios de comunicación, en las calles, dos proyectos completamente distintos y contrapuestos.

Por una parte, la visión de siempre, caracterizada por el intervencionismo estadounidense, que se ha manifestado implícitamente a lo largo de décadas a través de las políticas neoliberales en nuestros países, y por la otra, los proyectos nacionales de autodeterminación y autogestión que el Pueblo ha impulsado a través de los gobiernos progresistas a lo largo del continente.

Al día de hoy, existen varios frentes abiertos, en distintos países, donde se está presentando esta dinámica.

Si bien es cierto que en Ecuador llegó una calma relativa tras la derogación del decreto 883, la persecusión judicial de la que está siendo objeto el ex-Presidente Rafael Correa puede generar reactivar el movimiento latente en contra del Presidente Lenin Moreno.

En Chile, los ánimos no se han tranquilizado y por el contrario, a pesar de que el Presidente Sebastián Piñera pidió la renuncia de su gabinete, la gente no ha dejado de salir a las calles exigiendo su renuncia. Las manifestaciones y los enfrentamientos son cotidianos, y no se le ve otra salida a la crisis que no sea la renuncia del pinochetista y neoliberal Piñera.

En Brasil, un juez determinó la liberación de los presos políticos, y Lula Da Silva quedó libre, tras el injusto encierro que tuvo debido a la persecusión política que llevó a cabo el ex-Presidente Michel Temer en contra de todo el Partido de los Trabajadores (PT), donde miles de personas acudieron para recibirlo en libertad. En ese entendido, la liberación de Lula ha encendido una luz al final del túnel, contra el fascismo del ultraderechista Jair Bolsonaro, que no ha tenido contemplaciones en limitar derechos, profundizar el neoliberalismo y acabar con el Amazonas.

En Bolivia, los aires golpistas se asomaron desde el 20 de octubre, fecha en la que se llevó a cabo la elección presidencial en dicho país, debido a que la oposición no aceptó los resultados (tampoco aceptó la auditoría de la OEA, órgano servil a USA, cabe señalar), y ha iniciado un golpe de Estado en contra de Evo Morales, Presidente electo en dicho país, con el apoyo de los sectores más reaccionarios, y de los separatistas que estuvieron pasivos durante mucho tiempo.

En Argentina, el triunfo de Alberto Fernández el 27 de octubre frente al fracaso del gobierno neoliberal de Macri, de la mano de la ex-Presidente Cristina Fernández (ahora vicepresidente), hablan precisamente de un nuevo giro en la región hacia la Izquierda.

¿Qué tienen en común estos procesos?

  1. Un gran respaldo popular a los candidatos y/o gobiernos de Izquierda;
  2. Una insurrección popular en contra de los gobiernos neoliberales;
  3. Una peculiar línea editorial uniforme por parte de los corporativos mediáticos, dependiendo el caso:
    1. En el caso de los gobiernos derechistas, un apoyo irrestricto a dichos gobiernos, así como satanización de los movimientos sociales existentes en las calles y/o de las candidaturas progresistas;
    2. En el caso de los gobiernos de Izquierda, un bombardeo constante en contra del Gobierno, posicionando el discurso hegemónico.
  4. Apoyo irrestricto de las oligarquías locales a los gobiernos de derecha, y a las acciones contra gobiernos de Izquierda.

En México, en las últimas semanas se ha incrementado notablemente la ofensiva mediática en contra del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. No es la única vía.

Operaciones tácticas de dudoso origen, como el operativo en Culiacán, o el asesinato de miembros de la familia Le Barón, bien podrían ser clasificadas como acciones de guerrilla asimétrica con el fin de desestabilizar al gobierno de López Obrador, debido a las características que han tenido, además de que hubo eventos previos donde hubo presencia de funcionarios estadounidenses, pese a las posteriores negativas y desmentidos.

De cualquier forma, el último evento reveló la amenaza de invasión a nuestro país por parte del ejército de Estados Unidos, y ha estado latente desde la semana pasada, la cual ha sido matizada diplomáticamente por el Presidente Donald Trump, pero finalmente lo ha dejado claro.

Adicionalmente, la infiltración de sectores opuestos al gobierno en diferentes estructuras, o bien, la coacción de algunos dirigentes por parte de los poderes fácticos que buscan mantener el status quo, ha sido constante en las últimas semanas. De forma cada vez más descarada, se busca desacreditar al actual gobierno y la aplicación de sus políticas públicas bajo la máscara de “defender al proyecto” e “impedir que se siga haciendo lo mismo de siempre”. Nada más falso que eso.

A base de mentiras, manipulación, y con el apoyo mediático que les pueden dar los poderes fácticos, lobos con piel de oveja buscan meter al descrédito público y al escarnio popular a servidores públicos que están realizando su labor y sus tareas en el ejercicio público de forma distinta a lo que los intereses de siempre quieren, que están realizando un cambio en la forma de hacer política, que están llevando a cabo la transformación que prometió nuestro Presidente.

Estos lobos con piel de oveja son los más peligrosos, pues en realidad engañan con banderas falsas a sus seguidores, trabajan para fines no muy claros (o más bien dicho, bastante claros), y realizan sus actos con dos fines: el protagonismo banal e inmediato, y el buscar el poder por el poder para que, ellos si, sigan reproduciendo los mismos vicios de la política de siempre.

Sin embargo, sirven a los intereses que buscan impedir la consolidación de la Cuarta Transformación, y lo que ello representa. Sirven a los intereses de la derecha, de la oligarquía, de la embestida mediática, de los poderes fácticos, de la dominación imperial, de los intereses que buscan la desestabilización del actual Gobierno de México. Son arietes voluntarios o involuntarios de tales fines.

Hoy, América Latina es un campo de batalla. Pero al final, solo existe un juicio: el de la Historia. Y a todos la Historia nos juzgará, o nos absolverá. Cada cosa cae por su propio peso, y el tiempo pone todas las cosas en su lugar. Y estoy seguro que, pase lo que pase, estamos del lado correcto de la Historia.

Saludos. Dejen comentarios.

Pobreza a la hidalguense

Hola.

El pasado 31 de julio, José Nabor Cruz Marcelo, nuevo Secretario Ejecutivo de CONEVAL, presentó los Resultados de medición de la pobreza en México 20​18 a nivel nacional y por entidades f​ederativas​. A partir de los resultados publicados, diversos actores políticos y sociales en el Estado de Hidalgo celebraron con bombo y platillo una “disminución” de la pobreza, la cual, según los datos del organismo, bajó de 50.6 al 43.8%, una disminución de 167,733 personas aproximadamente, de los cuales representó una reducción de la pobreza moderada de 42.6 a 37.8%, 114,949 personas, mientras que la disminución de la pobreza extrema bajó, según los datos oficiales, de 8 a 6.1%, disminuyendo 52,784 personas aproximadamente de 2016 a 2018.

Aunque en términos absolutos el dato es cierto, existen ciertos indicadores que nos permiten precisar que, si bien hubo una disminución de la pobreza en términos relativos, existe un aumento en algunos de los factores que la provocan. Trataré de explicar esto a continuación, aunque puede que, por momentos, la lectura sea un poco complicada.

CONEVAL utiliza un modelo de medición multidimensional de la pobreza, siendo los criterios de medición de la pobreza en México las condiciones de vida de la población a partir del espacio del bienestar económico (ingreso), y el de los derechos sociales (carencias de la población). Cabe señalar, además, que CONEVAL revela que esta medición se realizó con base en la ENIGH publicadas entre agosto y noviembre de 2018, correspondiente al último mes del sexenio de Enrique Peña Nieto, y del neoliberalismo mexicano. Así, la línea de pobreza en dicho mes fue de $1,983.75 en zonas rurales, y $3,061.77 en zonas urbanas, mientras que la línea de pobreza extrema es de $1,090.17 en zonas rurales, y $1,530.56 en zonas urbanas, a noviembre de 2018, según los datos publicados por el propio CONEVAL.

Como mencionamos antes, si bien es cierto que la población pobre y pobre extrema disminuyó, lo cierto también (y es lo que no se está diciendo a nivel estatal) es que la vulnerabilidad por carencias sociales (es decir, el índice de privación que implica la carencia social de al menos uno: rezago educativo, acceso a los servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, acceso a los servicios básicos en la vivienda, o acceso a la alimentación) creció en 230,085 hidalguenses aproximadamente.

A diferencia del anuncio local, las carencias sociales que tuvieron un incremento no despreciable fueron los de acceso a los servicios de salud (10,023 habitantes) y acceso a la seguridad social (11,380 personas). Es decir, si bien es cierto que hubo 167,733 hidalguenses que dejaron de ser pobres hacia noviembre de 2018 (antes de asumir el nuevo gobierno), hay un aumento de 230,085 habitantes que son vulnerables por carencias sociales.

Y aquí cabe hacer una aclaración importante: vulnerabilidad por carencias sociales implica que, si bien es cierto que esta población presenta un ingreso mayor a la línea de pobreza, aún presenta rezagos importantes, pues presenta alguna carencia social que les impide dejar de ser no pobre y no vulnerable, es decir, tener un ingreso superior a la línea de bienestar, y no tener ninguna carencia social. Y ser vulnerable revela una condición importante: que se puede caer en la pobreza en cualquier momento precisamente por esa vulnerabilidad.

En este entendido, aunque tenemos un aumento de 28,917 hidalguenses que son no pobres y no vulnerables (sumando un total de 403,480 no pobres y no vulnerables en 2018), lo cierto también es que si sumamos el crecimiento de los hidalguenses que dejaron de ser pobres más el aumento de los no pobres y no vulnerables, tenemos que, aún así, tenemos un déficit de 33,435 habitantes más que entraron a vulnerabilidad por carencias sociales de lo que teníamos en 2016.

Y si consideramos solo la diferencia entre los hidalguenses que dejaron de ser pobres pero comenzaron a ser vulnerables, el aumento de las personas en situación de vulnerabilidad por carencias sociales es de 62,352 de 2016 a 2018.

Así, aunque las estadísticas de CONEVAL se han querido presentar a nivel local, en el discurso, como un triunfo en materia de combate a la pobreza en Hidalgo en 2018, lo cierto es que dichas estadísticas reflejan una vulnerabilidad con tendencia a la pobreza de una buena parte de la población hacia el final del sexenio de Peña Nieto. Es decir, no eran pobres, ni tampoco no pobres, sino todo lo contrario. Pobreza a la hidalguense.

El Gobierno de México, encabezado por el Presidente López Obrador ha emprendido una estrategia para combatir las causas estructurales de la pobreza, entre las que se encuentra el combate a la corrupción, y la entrega de recursos, apoyos y programas sociales de forma directa y sin intermediarios, que antes no se había podido ni querido combatir en los niveles locales de todo el país.

Es claro que esta estrategia permeará a todos los rincones del país, incluído el Estado de Hidalgo. Sin embargo, a partir de ahora, la disminución de la pobreza en términos reales y no sólo en términos relativos corresponderá a una visión distinta a la política neoliberal que se implementó en México durante 35 años, visión que fracasó, y que es necesario enterrar para siempre en el basurero de la Historia.

Saludos. Dejen comentarios.

La gestación de un nuevo paradigma

Hola.

La gestación humana se da en un periodo de 9 meses. Durante ese tiempo, el futuro bebé desarrolla la formación de órganos, tejidos y extremidades y, tras ese periodo, será expulsado del útero, donde comenzará a interactuar con el mundo que lo rodea, donde gracias a un proceso gradual de socialización, interiorizará valores conforme a la cultura existente en su entorno que le permitirán establecer su rol y papel en la sociedad.

El Gobierno de México presidido por Andrés Manuel López Obrador, cumplirá 9 meses de gestación, la cual comenzó en diciembre de 2018. Durante estos 9 meses, se ha ido preparando el terreno de la Cuarta Transformación, el cual ha roto con los paradigmas establecidos tras 36 años de gobiernos neoliberales en México, y ha sentado las bases de un nuevo modelo basado en privilegiar lo social por encima de lo económico.

Para cuando comience el 2020, nada de lo que conocimos del Gobierno funcionará de la misma forma en la que se hacía antes, pues lo primero que hizo el Gobierno de México fue un rediseño institucional, enfocado en una reingeniería de la Administración Pública Federal, la cual duró desde el 1° de diciembre hasta el 30 de mayo, eliminando una gran cantidad de plazas de honorarios y confianza que no tenían razón de existir.

Así, a Austeridad Republicana ha permeado en todas las áreas del Gobierno, y para muestra basta un botón: de 15,000 millones de pesos que costaban las delegaciones de las dependencias públicas en los estados al erario público, ahora sólo costarán aproximadamente 3,500 millones de pesos. Es decir, 76.675% de ahorro aproximadamente.

¿Cómo se logró este ahorro? Gracias a la reducción de Delegados a sólo 1 por estado. Por ejemplo, en Hidalgo teníamos de 62 a 66 delegaciones federales aproximadamente. Hoy, solo tenemos un Delegado de Programas para el Desarrollo en el Estado de Hidalgo, Abraham Mendoza Zenteno. ¿Y qué pasó con las delegaciones anteriores? Algunas desaparecieron, y las que quedaron se convirtieron en Oficinas de Representación, las cuales tuvieron una reducción significativa en los salarios de aproximadamente 70%.

Pero la austeridad no solo ha sido el sello predominante de esta administración. Existen otros tres tópicos importantes: combate a la corrupción, atención a la seguridad pública, y cambio radical de la política social.

El combate a la corrupción ha sido frontal, directo y sin contemplaciones. Con el Censo del Bienestar, se depuraron los padrones de los programas sociales y se logró detectar que aproximadamente el 30% de los beneficiarios registrados en los padrones de PROSPERA y del programa de Estancias Infantiles no existían, con lo cual se demostró actos de corrupción de facto, los cuales consistían en que, en el caso de las estancias, tenían registrados a niños que ya no asistían a ellas o, incluso, habían fallecido, pero existían en el padrón como beneficiarios para cobrar el subsidio federal de $1,600 por niño, mientras que en el caso de PROSPERA, o bien no existían, o aunque este programa estaba diseñado para niños que asisten a primaria, los niños ya estaban grandotes, con más de 20 años de edad, sin asistir a la escuela, y recibiendo el apoyo.

Además, mientras antes, en las entregas de la Pensión de Adultos Mayores o de PROSPERA, los apoyos llegaban incompletos e, incluso, las “vocales” y la estructura que entregaba dichos apoyos sociales pedía “moche” a madres de familia y adultos mayores, el día de hoy las pensiones y las becas llegan completas al destinatario, y se proyecta bancarizar a toda la población beneficiaria de todos los programas sociales, con el fin de que ya no existan operativos de entrega de recursos personalizados.

¿Cómo se logrará esto? Gracias al cambio radical de la política social del Gobierno de México, el cual considerará crear Centros Integradores del Bienestar en miles de barrios, colonias y comunidades del país. En estos Centros Integradores, y dependiendo del espacio físico disponible, habrá mesas de atención con Servidores de la Nación que mediante el Censo del Bienestar incorporarán a nuevos beneficiarios a los programas sociales del gobierno, distribución de productos básicos vía SEGALMEX (antes Liconsa y Diconsa), y cajeros automáticos del Banco del Bienestar (antes BANSEFI) para el cobro de programas sociales vía tarjeta bancaria.

Por primera vez en la historia, se está realizando un combate estructural a la pobreza, y no matizado, focalizado y electorero, como en el régimen anterior, eliminando además las clientelas electorales partidistas y el corporativismo de las “organizaciones sociales”, donde todos los agremiados eran pobres, excepto los dirigentes que, gracias a los “moches” en los proyectos productivos que, por cierto, siempre ganaban los mismos y eran a “fondo perdido”, se enriquecían a costa del erario público.

En cuanto a programas sociales creados durante el nuevo gobierno, como Jóvenes Construyendo el Futuro, se ha emprendido una cruzada sin descanso contra todas las empresas y asociaciones civiles que han lucrado o abusado de la confianza de miles de jóvenes en todo el país, al quitarles una parte o, incluso, el total de la beca que perciben estos jóvenes que no habían tenido antes una oportunidad para estudiar o trabajar (a los que no se les regala dinero, como malamente se ha comentado, sino que reciben esta beca trabajando), y tendrá consecuencias que no sólo se quedarán en la cancelación del registro en el programa, sino incluso sanciones económicas y judicialización de estos casos.

Y aunque pareciera una asignatura pendiente, se está prestando atención al tema de la seguridad pública con puntualidad. Todos los días, a las 5:40 de la mañana, el Presidente de la República se reúne en Palacio Nacional con los mandos federales y se revisan diariamente los índices de los principales delitos federales y del fuero común. No obstante, en las 32 entidades del país, así como en las 266 coordinaciones territoriales, a las 8:00 de la mañana, se llevan a cabo reuniones de seguridad donde asisten también los mandos federales y estatales (y en el caso de las regionales, los mandos municipales) a dar el parte, y generar estrategias para combatir de forma coordinada el tema de la seguridad pública.

Pero el tema de la seguridad pública no sólo se ha reducido a reuniones diarias. El Gobierno de México creó la Guardia Nacional, con el fin de tener por primera vez un instrumento eficaz para el combate de la inseguridad pública, y donde dicho organismo tendrá la capacidad de ser Primer Respondiente ante cualquier tipo de delito, a diferencia de antes, cuando el Ejército no tenía las facultades y atribuciones para poner a disposición a los delincuentes que caían en sus manos.

Aunque la oposición y los desesperados ya condenaron al fracaso a la nueva administración, esta gestación apenas está por terminar después de 9 meses, pero ya se han comenzado a sentar las bases de la Cuarta Transformación, que no solo se limita a un nuevo estilo de gobernar. Se refiere a una transformación completa en la estructura y conformación del Gobierno, y a un cambio radical en la política económica que se irá reflejando poco a poco en cuanto vayan permeando los cambios en el Gobierno, donde el neoliberalismo será parte del pasado, y donde la economía moral (como la ha denominado López Obrador) se implementará atendiendo los graves rezagos que tuvo la población los últimos 36 años.

A partir del segundo año, comenzará la consolidación de la Cuarta Transformación. Los cambios serán entonces visibles para todos. Ya no habrá marcha atrás. Será el nacimiento de un nuevo país con nuevas reglas acorde a los valores de las nuevas generaciones. Y se materializará el México que soñamos y por el que mucho tiempo luchamos.

Entonces, habrá valido la pena.

Saludos. Dejen comentarios.