Hola.
El día de hoy abarcaré un tema que, en lo personal, siempre me ha atraído, pero que hoy, más que nuca, adquiere vitalidad. Así mismo, es una respuesta al texto de Fernando Belauzarán, “La Izquierda Moderna” (http://herejiapolitica.blogspot.com/2010/10/izquierda-moderna.html). Y hablo del debate entre ser de Izquierda, y de “Izquierda Moderna”, la cual es como perder el tiempo intentando ser algo que no eres.
Dice Fernando Belauzarán que hay que separar etapas, resaltar las diferencias entre un antes y un después. No se trata de empezar de cero. Por el contrario, parte de reconocerse en el pasado, de identificar con claridad al referente primordial que le da sentido al inicio del nuevo momento, que lo liga con un ser preexistente, con su historia, con su tradición, con su carga ideológica e incluso mítica, pero que a la vez hace un deslinde notorio y meridiano con lo que ya no puede o no quiere seguir siendo. Estamos de acuerdo en eso, por eso vamos a clarificar de dónde venimos (no solamente agarrar la parte que nos conviene) y hacia dónde queremos ir.
La definición propia de Izquierda y Derecha proviene de la Revolución Francesa, durante la Asamblea. Los que querían seguirle manteniendo sus privilegios al Rey, y que estaban comprometidos con la nobleza francesa, se sentaban a la derecha del recinto, y los que querían quitarle sus privilegios y se encontraban comprometidos con el Pueblo y las clases desprotegidas, se sentaban a la izquierda. De ahí partieron otras definiciones más que no abarcaré por cuestiones de espacio (centro, centro-derecha, centro-izquierda, ultraderecha, ultraizquierda), pero que muestran el abanico de posibilidades que existen dentro del espectro político.
Sin embargo, la relación y cosmovisión Izquierda-derecha se va modificando a lo largo del tiempo. Al ascender la burguesía al poder, y desaparecer las monarquías, el dueño de los medios y modos de producción cambia. Y entonces la dominación dialéctica señor feudal-vasallo cambia, por una relación burgués-proletario (empresario-trabajador, en nuestros días).
Marx, en un brillante texto titulado “El Manifiesto del Partido Comunista”, da el primer paso para identificar con claridad el objetivo, que básicamente consiste en abolir la propiedad privada burguesa. En pocas palabras: se abre el debate entre la propiedad privada y la propiedad estatal.
En dicho texto también, que es de los más celebres de Marx, cuestiona seriamente al que el denomina Socialismo conservador o burgués, que de acuerdo al texto de Fernando Belauzarán, el PRD y su corriente, Nueva Izquierda, es el que más encaja en dicha categoría marxista. Marx define claramente el Socialismo Burgués de la siguiente forma:
Una parte de la burguesía desea mitigar las injusticias sociales, para de este modo garantizar la perduración de la sociedad burguesa.
Se encuentran en este bando los economistas, los filántropos, los humanitarios, los que aspiran a mejorar la situación de las clases obreras, los organizadores de actos de beneficencia, las sociedades protectoras de animales, los promotores de campañas contra el alcoholismo, los predicadores y reformadores sociales de toda laya.
Pero, además, de este socialismo burgués han salido verdaderos sistemas doctrinales. Sirva de ejemplo la Filosofía de la miseria de Proudhon.
Los burgueses socialistas considerarían ideales las condiciones de vida de la sociedad moderna sin las luchas y los peligros que encierran. Su ideal es la sociedad existente, depurada de los elementos que la corroen y revolucionan: la burguesía sin el proletariado. Es natural que la burguesía se represente el mundo en que gobierna como el mejor de los mundos posibles. El socialismo burgués eleva esta idea consoladora a sistema o semisistema. Y al invitar al proletariado a que lo realice, tomando posesión de la nueva Jerusalén, lo que en realidad exige de él es que se avenga para siempre al actual sistema de sociedad, pero desterrando la deplorable idea que de él se forma.
Una segunda modalidad, aunque menos sistemática bastante más práctica, de socialismo, pretende ahuyentar a la clase obrera de todo movimiento revolucionario haciéndole ver que lo que a ella le interesa no son tales o cuales cambios políticos, sino simplemente determinadas mejoras en las condiciones materiales, económicas, de su vida. Claro está que este socialismo se cuida de no incluir entre los cambios que afectan a las “condiciones materiales de vida” la abolición del régimen burgués de producción, que sólo puede alcanzarse por la vía revolucionaria; sus aspiraciones se contraen a esas reformas administrativas que son conciliables con el actual régimen de producción y que, por tanto, no tocan para nada a las relaciones entre el capital y el trabajo asalariado, sirviendo sólo -en el mejor de los casos- para abaratar a la burguesía las costas de su reinado y sanearle el presupuesto.
La Izquierda Moderna que plantea Belauzarán se parece mucho a ésta visión. Sin embargo, tomando en cuenta sus argumentos vacíos, trata de situarnos en la crítica al stalinismo, el cual fue realizado por los revisionistas marxistas de los 40’s y 50’s. Sin embargo, lo que los revisionistas marxistas proponían es algo completamente distinto a lo planteado por Belauzarán. Nosotros no defendemos el stalinismo, puesto que lo realizado por Stalin no fue Socialismo, sino totalitarismo. Sin embargo, dicho revisionismo se enfocó, sobre todo, a rediscutir las teorías de Marx, tomando en cuenta las condiciones históricas del momento.
Belauzarán enarbola la bandera de la caída del Muro de Berlín, sin darse cuenta de la gran contradicción en la que cae, puesto que dicho acontecimiento fue acompañado de una gran propaganda por parte del Bloque Capitalista para anunciar con bombos y platillos que el Sistema Comunista y las teorías de Marx habían fracasado, y anunciaron triunfalmente (y antes de tiempo) el “fin de la Historia”. Pero dicho fin de la Historia no llegó. Y quedó totalmente demostrado con el crack financiero de 2008, el cual fue el mayor en la historia del Capitalismo, mayor que el de 1929 (puedo dar elementos al respecto, para demostrar ésto), y el cual amenaza con recaer en una forma mayor a la presentada hace dos años.
Durante los 20 años que no menciona Belauzarán, se discutió y rediseñó el objetivo de la Izquierda. En Europa optaron por la comodidad, por la tercera vía: la socialdemocracia, que no es otra cosa que Capitalismo asistencialista. O sea, la ley del camaleón: cambiar para que las cosas sigan igual.
Por otra parte en Latinoamérica, ,durante esos 20 años salieron a la opinión figuras como Hugo Chávez, Lula Da Silva, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega, y ¿porqué no? Andrés Manuel López Obrador. Muchas de éstas figuras ya tenían alguna trayectoria pública previa, y así mismo se contaban con antecedentes como la Revolución Cubana (con todo lo que se le pueda criticar), y Salvador Allende, primer Socialista electo por la vía de las urnas.
Sin embargo, Belauzarán argumenta que la Izquierda es democrática o no es. Sin embargo, la Izquierda no se acota a esa sesgada y burda visión pragmática, razonada en función de un interés mediático. Existen definiciones de la Izquierda en cuanto a lo político, en lo económico, en lo social, y en otros ámbitos. Y esas mismas definiciones también las tiene la derecha. Diferentes a las de la Izquierda, pero las tiene. La Izquierda, su fin primordial, es la distribución equitativa de la riqueza, y quien niegue ésto no puede llamarse de Izquierda.
Belauzarán, así mismo, cree descubrir el hilo negro al asegurar que entre las grandes corporaciones y el Estado propietario existe una tercera opción que puede coexistir con la propiedad privada y la estatal: la propiedad social. Sin embargo, la propiedad social no es algo nuevo en México. Existía mucho antes de la conquista, y retomó su forma en México como el Ejido, una figura que quedó plasmada en la Constitución del 17 que, por cierto, fue promulgada antes de que existiera la caída del Muro de Berlín, incluso, antes de la construcción del muro, y del stalinismo, y de la propia Revolución Rusa.
Belauzarán también critica el caudillismo de la siguente forma:
El culto a la personalidad promovió los peores despotismos, no sólo en los países que se reivindicaban comunistas sino también en los regímenes de corte nacionalista encabezados por caudillos que fueron respaldados acríticamente por sectores de la izquierda. Al igual que en el estalinismo, en este tipo de Estados la disidencia no se tolera y cultiva el sometimiento absoluto al hombre fuerte. Por eso, la izquierda moderna se plantea ser congruente con su convicción democrática y libertaria y por eso promueve contrapesos y equilibrios institucionales, oponiéndose a la concentración del poder. Busca complementar la democracia representativa con mecanismos de participación ciudadana, pero no cae en el error bolchevique de pensar que éstos pueden suplir a aquella.
Sin embargo, Belauzarán parece que no tiene memoria, o hace como que no la tiene. Cuando participó en la UNAM, como parte del movimiento, siempre realizó un culto a la personalidad excesivo al Ing. Cuauhtémoc Cárdenas. Incluso, cuando en el año 2000, organizamos la visita del Ingeniero a Ciudad Universitaria, él, junto con Carlos Imaz, eran los enlaces del CEU con el Ingeniero Cárdenas, e incluso, sabiendo del repudio que había al interior de la UNAM a la entonces Jefa de Gobierno del Distrito Federal, Rosario Robles por la represión al CGH en Periférico, Imaz y él se empeñaron en intentar que Rosario acompañara a Cárdenas a CU… ¿Cómo vamos a impedir que Rosario Robles acuda a alguna parte de la ciudad que ella misma gobierna?, fueron las palabras textuales de Belauzarán en ese entonces.
Y los hechos no mienten: El quería ser el orador principal (como siempre, buscando el protagonismo para llenar su ego) y, al no conseguir esto, consiguió que el Chazam fuera el orador por parte del CEU, mientras que por el CDU fue Alonso Arrioja. Sin embargo, su afán protagonista (y su culto a la personalidad también) no terminó ahí. Al terminar el mítin, se fue a comer con Cárdenas a un Samborn’s cercano, vendiéndole la idea al Ingeniero que él había organizado todo, pasándose a una parte de la comunidad universitaria por el arco del triunfo. Y existe prueba periodística de ello, en el Reforma del 26 de junio de 2000.
Finalmente, Belauzarán exhibe lo desorientado que está, es decir, que está del lado contrario. Asegura que
La izquierda moderna entiende que la redistribución de la riqueza para generar justicia social requiere no sólo de una eficiente recaudación fiscal y de programas eficientes de seguridad y asistencia social sino también de fomentar el crecimiento económico, fomentando la inversión pública, privada y trasnacional. Como lo fundamental es mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos no es esclavo de los mitos y se atreve a pensar en voz alta soluciones inovadoras, aún a riesgo de sufrir el estigma de los perros guardianes de la fe y la ortodoxia.
“Fomentar la inversión pública, privada y trasnacional”. ¿Qué no es eso, precisamente, lo que propone el neoliberalismo? Es obvio que nunca se va a tener una economía totalmente estatizada. Sería absurdo pensar que el Estado podría administrar todas las misceláneas que hay en el país, o las panaderías, o las farmacias. Pero tampoco puedes darles manga ancha a la Iniciativa Privada, ni mucho menos al Capital Trasnacional.
Primero, debes de definir una serie de prioridades para el desarrollo nacional, sectores estratégicos, y en función de eso no hay vuelta de hoja: estatizarlos. Lo demás se va evaluando, conforme se van generando las circunstancias. Éste es el planteamiento de la Izquierda. No hay vuelta de hoja. Lo demás son simulaciones de cambios al status quo para no cambiar nada. Es simple y llanamente, atole con el dedo.
Finalmente, Belauzarán cuestiona el origen partidista de Andrés Manuel López Obrador, al asegurar que el origen del tabasqueño no es una organización de izquierda sino el PRI. Dando sin conceder, dado que el PRI, de acuerdo a sus documentos básicos, es de Izquierda (en los originales se definía Nacionalista Revolucionario, y en los actuales se autodenominan Socialdemócratas, igual que los chuchos. Tan es así que el PRI actualmente es miembro de la Internacional Socialista, al igual que el PRD), se cae en un falso debate, al asegurar que el origen determina el presente. Y si bien es cierto que López Obrador luego tiene prácticas medio priístas, lo cierto también es que no es igual que Salinas. Incluso, se llegó al extremo en el PRI que igual podían convivir en el mismo partido Lázaro Cárdenas y Miguel Alemán.
También es cierto que el origen no determina el presente: ahí tenemos a Jesús Ortega, hombre que inició en la Izquierda, totalmente entregado al PAN, a la derecha. O al mismo Belauzarán, que inició en la Izquierda Universitaria (y que le abrió los brazos a Cuauhtémoc Cárdenas cuando éste llegó del PRI con la Corriente Democrática), y que ya no es nada de lo que, incluso, conocí en el 2000.
La Izquierda va más allá de un partido político. Un partido es una institución efímera. Una ideología no, pues permanece con el tiempo si tiene la suficiente solidez teórica. Y sabemos que la razón está de nuestro lado, y que rescataremos al partido que hoy subsiste más por el oxígeno que le dan desde las cúpulas del poder (convirtiéndose en un partido esquirol) que por la simpatía popular. El día que el PRD retome su camino, es decir, sin los chuchos ahí, ese día el PRD podrá volver a erigirse como el Partido que defiende los intereses del Pueblo, y que busca realizar las grandes transformaciones que requiere el país.
El movimiento obradorista y la Izquierda pueden prescindir del PRD. El PRD, en éste escenario, depende de un tercero, del PAN, para poder sobrevivir.
El tiempo nos dará la razón, y pondrá a cada quien en su lugar.
Saludos. Dejen comentarios.
LA IZQUIERDA MODERNA DEL SEÑOR BELAUNZARÁN
Espulgando el nuevo artículo, “Izquierda Moderna” del Señor Fernando Belaunzarán (reconocido militante perredista aliado de Nueva Izquierda que funge como Consejero Nacional del PRD) y más allá de sus conocidos recursos retóricos para confundir el fondo con la forma, hemos de señalar lo fundamental de dicho escrito:
En la primera parte del artículo del señor Belaunzarán intenta engancharnos con una idea de principio, la necesidad de redefinir a la izquierda, de adecuarla a las necesidades políticas y sociales del siglo XXI. Lo fundamental de este primer párrafo es que ubica una necesidad real para quienes se han propuesto transformar a México desde la izquierda.
Sin embargo, su intento por fundamentar el concepto de “izquierda moderna” a partir de una lectura crítica de la historia del estalinismo y del llamado “socialismo real” denotan los limites de su supuesta crítica. En primer lugar por que el término “izquierda moderna” carece de sentido teórico. La izquierda es de suyo un fenómeno político propio de la modernidad, es la expresión política de una posición que surge con la modernidad misma, en el seno de las luchas por la dirección del proceso revolucionario francés simbólicamente representado en la toma de la Bastilla en 1789. De entonces para acá se le ha denominado izquierda a los sectores y grupos identificados con esa posición política particular que defiende la incorporación de la organización política de los productores en el diseño de la vida social. En resumen la izquierda es un fenómeno político que surge con la modernidad, que incluso se le opone para exigirle que cumpla sus promesas y que llega a cobrar muchas formas y expresiones, muchas tácticas y vías, inclusive opuestas entre sí, como sugiere Adolfo Gilly:
“Defino como izquierda a las corrientes de ideas (y sus respectivas formas organizativas: partidos, movimientos o tendencias) que proponen una reorganización socialista —es decir, no fundada en el capital, la ganancia, la propiedad privada y la expansión de la acumulación capitalista sino en el trabajo, la solidaridad, la propiedad colectiva y la planificación económica— de la sociedad. Dentro de esta amplia definición caben diferentes vías, métodos, plazos y programas —a veces muy distintos y hasta antagónicos entre sí— para alcanzar dicho objetivo.” Adolfo Gilly, Nuestra caída en la modernidad, Joan Boldó i Climent, México, 1988, pp. 132-133.
Pero el señor Belaunzarán es un político que estudia teoría, no un teórico que hace política por lo tanto podemos aceptar que no sepa utilizar con precisión conceptos de la teoría critica. Para ser condescendientes con Belaunzarán podemos suponer que utiliza el termino “moderno” como sinónimo de “nuevo” (naturalmente el autodenominado “hereje” se cuida de no utilizar el concepto “izquierda nueva” pues intenta convencernos de que hace una reflexión y no un mero posicionamiento político). La izquierda “tradicional” o “vieja” sería aquella que se llegó a identificar con la URSS y sus satélites, la revolución cubana, las guerrillas latinoamericanas, el marxismo-leninismo; la izquierda “moderna” o “nueva” sería aquella que surgiría del fracaso de la primera, de la reflexión autocritica al autoritarismo, sectarismo y dogmatismo de los viejos comunistas y revolucionarios. Así reflexiona el señor Belaunzarán, haciendo evidente su limitado conocimiento de la historia de la izquierda, dejando de lado cientos de expresiones distintas que convivieron incluso ya en la “era soviética” y que se opusieron a los autoritarismos de dichas izquierdas. Es decir, Belaunzarán desconoce que la critica más fuerte contra la era soviética surgió en esa misma era y se siguió desarrollando después de la caída del muro con aportaciones criticas desde la psicología (Reich, Fromm,) el anarquismo, el feminismo, el ecologismo, la lucha por la diversidad, etc. El debate actual de esta critica radica en como poder articular la gran diversidad humana sin detrimento de sus distintas expresiones, como poder articular lo tradicional con lo moderno, como poder darle actualidad a una modernidad que no subsuma los localismos comunitarios. Si fuéramos ingenuos pensaríamos que es a este debate al que quiere anclar su reflexión el señor Belaunzarán. Pero afortunadamente no lo somos.
El texto de nuestro “hereje” aparenta ser una reflexión pero en realidad es una estratagema para mostrar a Andrés Manuel López Obrador como algo que en verdad no es. Pero sigámosle un poco más el juego al blogero moderno. Después de clasificar a la izquierda en dos bloques (la moderna o nueva y la tradicional o vieja) Belaunzarán avanza señalando las principales contradicciones de la izquierda que critica: no hay congruencia entre los medios y los fines, es autoritaria, estatista y burocrática, se asienta en la fuerza militar, atenta contra las libertades ciudadanas, contra la libertad y la democracia. Posteriormente intenta postular el fundamento de la izquierda que defiende oponiéndola a la “vieja” o “tradicional”. Incluso intenta caracterizarla, por ejemplo dice, que bajo la nueva izquierda (o izquierda moderna) cabría algo que se llama “propiedad social” (sólo que se olvida definir que entiende por ella, o no le interesa pues, repito, su intención no es reflexionar, sino disfrazar una posición política predeterminada).
Después de este compendio de criticas a la izquierda soviética intenta homologar la figura de López Obrador con la de los dirigentes políticos de la era soviética, y para que el argumento no se vea tan forzado, homologa primero el estatismo soviético con los estatismos nacionalistas “dirigidos por caudillos” (por cierto que hasta aquí no se nota diferencia alguna entre la visión de Krauze, Camín y Castañeda con la del supuesto “hereje”).
Por supuesto no puede dejar de reivindicar la característica principal de los defensores de este tipo de izquierda, un realismo pragmático que fundamentalmente se resume así: la era de la revolución socialista terminó en un gran fracaso; es imposible volvernos a plantear metas tan utópicas como aquellas; hay que reconocer que no podemos hacer mucho en este medio; por lo tanto vamos a pelear por reformas moderadas e ir creciendo poco a poco.
Pues bien ¿acaso Nueva izquierda, la dirigencia del PRD cumple al menos con las características básicas para aparecer como una izquierda moderada, según la entiende el señor Belaunzarán? Ni siquiera aspira a ello. Si hay una izquierda que pueda ser vista como sensata aún cuando es reformista –o precisamente por ello- es la de AMLO. Belaunzarán pretende engañar abiertamente a sus lectores al tratar de ocultar el colaboracionismo de la dirigencia perredista con bajo el argumento de que se trata de una izquierda moderada. Como no puede se vuelve a concentrar en la crítica al obradorismo.
Como paso previo para terminar de cerrar su trampa argumental, el señor Belaunzarán señala una serie de demandas programáticas por las que debería velar su “nueva izquierda”, por ejemplo: inclusión de minorías, promover las libertades civiles y etc. Vamos a citarlo:
“La izquierda moderna se reencuentra con su pasado remoto al reivindicar la libertad y luchar por profundizarla y hacerla realidad para todos los seres humanos. En ese sentido entiende que hay condiciones materiales y culturales que deben extenderse al conjunto de la población para que sus miembros tengan opciones y puedan considerarse libres.”
Le pregunto a Belaunzarán ¿Acaso la dirigencia nacional del PRD se ha propuesto tales reivindicaciones?
El último giro argumental es la lapidación de AMLO al señalarlo como representante de la vieja izquierda, como caudillo autoritario, como izquierdista radical incapaz de incorporar a su programa las demandas de los sectores más pudientes y poderosos, por tanto como portador de un proyecto inviable. Belaunzarán quiere hacernos creer que AMLO es un comunista trasnochado, su argumento es tan falso que se cae solito. Así termina su trampa ¿Quién pude caer en ella?
Sólo quien desconozca las características de los actores políticos de México podría tomarse esta copa. En realidad la comparación de AMLO con la vieja izquierda carece de fundamento. En principio porque AMLO no es un revolucionario (otra cosa es que con su práctica política aparezca a los ojos de la generalidad de los políticos como una amenaza). De hecho es más bien un político reformista de corte liberal, que viene de abajo. Su estrategia es justamente la que dicen enarbolar los promotores de la izquierda “moderna”, pelear por conseguir reformas sociales moderadas (su programa político apenas se distingue del programa democrático liberal del General Henríquez en los 50´s, quien también fue victima de un fraude electoral, de la represión policiaca y de todo tipo de denuestos similares a las que el pretendido “hereje” utiliza contra AMLO). La diferencia es que Andrés Manuel obtiene su fuerza de la movilización popular, de la gente organizada. En realidad Obrador nunca ha roto con la clase empresarial, solamente con algunas familias y grupos abiertamente reaccionarios, por ejemplo quienes financiaron el fraude en 2006, quienes apoyaron el Fobaproa con Zedillo, en suma, quienes son responsables directos de la catástrofe del país. Te pregunto a ti Raúl, tú que tanto defiendes al señor Belaunzarán y te atreves a llamar “borregos” a quienes no piensan como tú ¿Por izquierda moderna debemos entender una izquierda que nos sea capaz de señalar a los autores materiales e intelectuales de la debacle nacional? ¿Ser moderno significa convalidar el engaño, el robo, los negocios turbios a la sombra del poder sólo para mantener la imagen de no violentos y poder asegurarse un lugar en las pantallas de la televisión nacional? ¿Qué contestas?
Obrador tampoco se ha negado a la inversión privada -incluso extranjera-, sólo propone desarrollar la producción interna para favorecer nuestra independencia económica. AMLO tampoco pude ser identificado con los políticos que promueven el culto a la personalidad de su figura. De hecho ni siquiera tiene un blog personal con su mejor foto como si lo tiene el señor Belaunzarán. Dicho sea de paso quienes conocimos a Belaunzarán en 1999 sabemos que es un sujeto tan temperamental que es capaz de terminar una discusión a golpes y mordidas, por eso sostenemos la hipótesis de que el autoritarismo que el susodicho “hereje” achaca a AMLO nos es más que la proyección de su propia estructura autoritaria en la figura de Andrés (una proyección muy conveniente para la derecha por cierto).
En suma, López Obrador y su movimiento se acompasan más con todos los procesos políticos innovadores de América Latina que cualquier otro proyecto político nacional. Su movimiento no sólo esta dotando de estructura a la gente que lo integra sino que además sostiene una vida política activa que va desde las bases hasta la dirigencia, no hay comité de base obradorista que no asuma la discusión del futuro del país como un asunto que les compete y con el que están comprometidos. De esta forma el movimiento obradorista esta promoviendo en los hechos, más allá de la retórica bonita y de escritorio, las libertades democráticas más básicas: la de la participación política directa; el obradorismo está construyendo ciudadanía en todo el territorio nacional y en ese sentido si es revolucionario. Ante ello las palabras de Belaunzarán se develan como pura demagogia ¿Qué ha hecho su partido para promover la formación política de sus bases? ¿Qué hizo el señor Belaunzarán como Secretario de Formación Política del Comité Ejecutivo Nacional del PRD sino promoverse como Consejero Nacional? Y ¿Qué hace ahora como consejero nacional del PRD sino seguir minando las bases de una izquierda autentica y comprometida como lo ha venido haciendo desde que era estudiante? ¿Puede usted rebatir, señor Belaunzarán, que la militancia perredista mas consciente, activa y comprometida es la obradorista? No puede. No puede a condición de revelarse como un mentiroso manipulador.
El verdadero fondo de las “reflexiones” de Belaunzarán es su molestia por la posición de López Obrador respecto a las alianzas entre el PRD y el PAN para las elecciones en el Estado de México de 2011. No entiendo por que no puedes abrir el debate directo ahorrándote la retorica y las proyecciones. La preocupación real del señor Belaunzarán es que si no se lleva a cabo la alianza que la dirigencia de su partido propone se corre el riesgo de no ganar el Estado de México, que actualmente gobierna el PRI y que es bastión fundamental de Peña Nieto para las presidenciales de 2012. Pese a que Belaunzarán no sabe –o no quiere- hablar directo y se pierde en sus propias imaginerías yo sostengo que ésta es una preocupación legítima. Es un asunto que también genera discusión dentro de las propias filas del obradorismo.
Mi posición es que efectivamente una alianza entre PAN y PRD podría ganarle la elección al PRI. En principio porque aliarse con el PAN significa recibir el apoyo del gobierno federal de Felipe Calderón. A eso le apuesta la dirigencia perredista, al respaldo de Calderón, pues el PAN es un partido sin presencia política en Edo Mex. Sin embargo el costo de dicho triunfo salta a la vista: es una alianza que se basaría en un interés político mayor (debilitar al PRI rumbo a 2012) no en un afán real de democratizar realmente al Estado de México. Para democratizar al Edo Mex hay que ir directo a la gente, organizar comités vecinales para debatir los problemas locales, generar una nueva cultura política basada en la responsabilidad, la conciencia y el deber cívico, justo lo que esta haciendo el movimiento nacional obradorista. En la alianza que defiende el sediciente “hereje” la izquierda queda subordinada a la fuerza real de la derecha (el gobierno federal), que por cierto aún no acaba de pactar la transición con el PRI en 2012 y que es posible que intente quedarse por la fuerza en el poder apoyándose en su Ejercito Negro ¿Esta usted disouesto señor Belaunzarán a ser cómplice de ello? ¡Ese es el autoritarismo que debería preocupar al perredismo! Por cierto aquí quiero abrir un paréntesis para señalar el desempeño de la nueva izquierda (o “moderna”) del Estado de México, que no sólo no ha podido revertir el control corporativo priista, sino que lo ha integrado a sus modos e incluso ha llegado a negociar la representación ciudadana, como ocurrió recientemente cuando el PRD de Luis Sánchez cedió el poder al PRI en el municipio de Nezahualcoyotl.
Volviendo al punto. Nosotros afirmamos que el movimiento obradorista ha consolidado su presencia en la arena política nacional porque no se desarraiga de los sectores populares a los que representa. Mas aún, a diferencia de lo que ocurre con las bases perredistas, las bases obradoristas si se sienten representadas –no utilizadas- en el obradorismo. El partido obradorista no esta cerrado a negociar, a conciliar ni a dialogar con nadie pero tiene claro los intereses que representa e intenta ser consecuente –no sin errores a cuestionar- con ellos. El posicionamiento de Andrés Manuel frente a las alianzas obliga a toda la izquierda –no sólo a la electoral- a tomar definiciones y a mostrar cuales son sus verdaderos intereses y afinidades. Para todos es bien claro el papel que la dirigencia nacional del PRD esta jugando en la batalla por México. Por más que el señor Belaunzarán quiera disfrazar de izquierda “moderna” al colaboracionismo perredista no pueden negar que ya tienen diseñada una estrategia y que sólo aguardan el momento de soltar el haz bajo la manga. Nuestro sediciente “hereje” (jejeje perdón, me gana la risa) en verdad es un ávido impulsor de la candidatura presidencial del priista Ramón de la Fuente –quien estuvo a cargo de la Secretaria de Salud en el sexenio de Zedillo y después orquestó como rector de la UNAM la represión contra el radicalizado CGH en febrero del 2000 y las políticas privatizadoras contras las que se levantó el estudiantado en el 99-. Por eso Belaunzarán defiende la alianza electoral entre PAN y PRD en Edo Mex, pues es el antecedente necesario para montar a su gallo en la elección federal de 2012. Tal vez entonces dé el siguiente salto, de Consejero perredista a…
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